Francis Ford Coppola otorgó un aire de honorabilidad a la mafia en la trilogía de El Padrino. A pesar de mostrar sus actos criminales, la particular organización de los Corleone aparecía revestida de un cierto glamour, que el cineasta dejaba patente tanto en su elegante puesta en escena como en las interpretaciones de su largo elenco. Francesco Munzi nos enseña en Calabria una versión más cruda y austera de estos clanes que actúan al margen de la ley.
El realizador italiano reincide en algunos elementos recurrentes dentro de este tipo de cine, como el poder de los lazos de sangre, el machismo dominante y una violencia que parece trasmitirse de manera genética. Lo hace ambientando su película en la Italia actual, donde todavía persisten costumbres casi ancestrales, y son evidentes las diferencias que existen entre el norte del país, representado por la industrializada Milán, y el sur rural y atrasado de las ciudades calabresas.
Con una fotografía donde predominan los colores apagados, que aumentan más si cabe la aspereza del filme, la película sigue los pasos de tres hermanos varones pertenecientes a un clan mafioso. El primogénito parece haber renunciado a la violencia para refugiarse en la agricultura, mientras que los dos pequeños se dedican al crimen, como gran parte de su familia. Su tranquilidad se verá alterada cuando el hijo del más mayor comience a importunar a otra banda.
La trama es una simple excusa para enseñarnos a un grupo de personajes que se mueven por unos códigos de conducta casi ancestrales en la Italia del siglo XXI y a los que la violencia, elemento que ha formado parte de su estirpe durante generaciones, acabará por destruir de una u otra manera. A diferencia de Coppola en la trilogía de El Padrino, Munzi no siente ningún tipo de fascinación por sus personajes e imprime al conjunto un tono austero y triste que está lejos del tono casi operístico del cineasta norteamericano.
El director deja a un lado cualquier exhibicionismo en la puesta en escena para centrarse en el retrato de unos individuos que pertenecen a una familia en descomposición. Destaca en el reparto un estupendo Fabrizio Ferracane, que encarna magistralmente al huraño hermano mayor que intenta renegar del legado criminal de su familia, y un maduro Marco Leonardi, que da vida a un impulsivo miembro del clan.
Quizá, eso sí, haya que reprocharle al realizador algunos baches en el ritmo que deslucen un tanto este interesante largometraje sobre la mafia italiana en el siglo XXI.