Los vecinos saben que ella canta como los ángeles. La han oído muchas veces desde sus casas, bien atados a sus muebles. Pero hoy la melodía es una mezcla de miel, chocolate y jazmín porque hay previsión de chubascos para toda la semana. Y es que a la sirena del quinto le gusta la lluvia. Así puede ir nadando al trabajo zambulléndose en los charcos. Sin embargo, los largos días de sol la obligan a trabajar desde casa. Entonces, aburrida, se sienta junto al ventanal y tararea una canción de forma distraída mientras se cepilla el pelo. Espera con paciencia a que el navío de algún hombre se estrelle contra su balcón. Luego, ávida, devora su carne sanguinolenta y sumisa, aunque en el fondo sabe que nunca más encontrará aquel sabor.

Ilustración de Juan Luis López
Me gusta esa sirena voraz y nostálgica, dulce y cruel, y los seres que la rodean. No le falta la magia a tus micros, magia de la que cautiva. De la buena.
Me ha gustado mucho.
Gracias Yolanda. Un beso.
Tus micros Mar hacen navegar por mares inventados llenos de aromas y sabores que se pueden paladear.
No recordaba haberlo leído antes.
Besicos murcianos, amiga
Es inédito Cabopá, aunque últimamente escribo bastante poco. Gracias por comentar.
Otro pedazo de relato lleno de «sabor», de leyenda y de cuento. Felicidades por el relato Mar. Un saludo