Por NACHO CABANA
Si Toc Toc (2005) de Laurent Baffie no siguiera en la cartelera madrileña tras ocho años de éxito, es probable que nadie se hubiera fijado en esta Bajo Terapia (2015) del argentino Matías de Federico. Y también lo es que ambas obras comparten truco narrativo con El método Grönholm (2003) de Jordi Galcerán. Son tres textos muy parecidos, si bien en la del español tiene un componente social y de denuncia al que las otras dos renuncian en aras de la comedia.
Independientemente de quién se ha inspirado en quién, el que nos ocupa ahora es uno de esos espectáculos que necesitan, para no naufragar, tanto un reparto brillante como una dirección capaz de distribuir las líneas de texto y el movimiento escénico con la profesionalidad con que el director Daniel Veronese hace su trabajo .
Bajo terapia se beneficia tanto de la experiencia del argentino (que ya montó esta obra en el bonaerense teatro Metropolitan y lo ha hecho también en Barcelona) como de un reparto compuesto por actores conocidos del cine y la televisión con una indiscutible vis cómica que saben bien cómo y cuándo colocar los chistes.
Melanie Olivares y Fele Martínez incorporan a uno de esas parejas que consideran el matrimonio como un permanente campo de batalla mientras que Manuela Velasco y Gorka Otxoa se sitúan en sus antípodas, felices en su relación aunque con algún que otro fantasma escondido bajo la alfombra. Los cuatro están estupendo pero quien se lleva la mejor parte es Carmen Ruiz, que se pasa escuchando a los demás casi la mitad de la función y arrebatándoles las escenas a sus compañeros la otra mitad. Fantástica la Ruiz en comedia y en el giro dramático de su personaje, haciendo incluso creíble la siempre complicada labor de simular una borrachera en escena.
Resulta curioso que en el montaje catalán de la obra (que se puede ver en el Borrás) el papel de Roberto sea interpretado por Andrés Herrera probablemente el nombre más popular del elenco y aquí lo sea por el más desconocido de los intérpretes, Juan Carlos Vellido. Es como si Veronese hubiera querido probar en qué medida la percepción del peso de un personaje dentro de un texto se puede ver alterado por la popularidad del actor que lo encarna. O, dicho de otra manera, si el casting es el mensaje.
Bajo Terapia tarda en comenzar. El establecer desde el inicio que cada quince minutos o así los personajes abrirán uno de los sobres que les ha dejado la psicóloga para que avancen en su autoterapia y que cada uno de estos detonará un debate sobre un lugar común de las parejas provoca pereza en la percepción del ritmo a la que no ayuda el poco brillante tramo inicial sobre el cuidado de los niños que remite a Yasmina Reza en general y a Un dios salvaje (2007) en particular, dramaturga cuya sombra planea sobre esta tan inequívocamente comercial y finalmente divertida terapia de grupo.