La soledad no está sola en las imágenes de Sthef Folgar, fotógrafa y realizadora uruguaya, establecida en Madrid desde el año 2015, que conocí hace unos meses, durante el taller-performance «Memorias inventadas» y con la cual volví a coincidir en la inauguración de la exposición colectiva «Sin Título», organizada por la Escuela SUR, en el Círculo de Bellas Artes.
En sus obras la soledad a veces es un recuerdo, acompañado por un cuerpo; un salto hacia el abismo que nos recoge en el fondo de la esperanza. Una sombra, a la que se engancha un rostro, co-protagonista de una emoción que vomita una risa, o un llanto, según se quiera ver. En sus trabajos la noche es una presencia constante, que se transforma en los cimientos de un báratro lento, quieto e inexorable, que absorbe el miedo y nos regala la llave de una puerta trasera, desde la cual poder observar -sin ser vistos- unos fragmentos de dolor y placer ajenos, pero tan sumamente reconocibles que su cercanía nos llega a turbar.
Según me comenta Sthef, su serie «Backland», compuesta por 18 fotografías de varias dimensiones, es su obra más personal. “Cada imagen revela pequeños y brutos destellos del universo que me contiene, que a veces me libera, que a veces me entumece. Es ese espacio otro en el que habito, donde me aproximo a una realidad definida por formas perdidas y por líneas que se funden y confunden”.
La pérdida de una referencia en la intimidad de la propia existencia, se vuelca en un lenguaje que aboga por la circularidad de un mensaje de esperanza, traspasando la vida y la muerte, la juventud y la vejez. Como la vela encendida de los ancianos arropados por la oscuridad, cuya llama define la presencia de sus cuerpos -y, por extensión directa, de sus vidas- así unas luces brillantes sacan de esas mismas tinieblas un cuerpo de mujer, a medio camino entre indecisión y expectación.
No sé si la artista ya ha dado esta serie por concluida, pero parece que no, porque admite no tener la certeza del momento en el que el proyecto acaba. Y añade: “sin tiempos ni espacios, reconozco su permanencia en un continuo estado de proceso”, algo que confío poder seguir disfrutando. Es más, estoy seguro de que ese instante borroso, donde resplandeció la luna de Sthef Folgar, en la tierra negra a la que nos invita, será un instante muy largo.