ASSANGE, EL PODER DE LA INFORMACIÓ en Barcelona.
Por Nacho Cabana.
En un panorama teatral barcelonés no especialmente devoto de la actualidad (exceptuando, menos mal, todo lo relacionado con el 8M), no cabe más que celebrar el estreno en el Teatre Gaudí de una obra como Assange, el poder de la informació de Víctor Manuel Díaz Conejo y Virginia Fernández Ruiz, interpretada por Joan Frank Charansonnet, Elena Codó y Eduard Alejandre y dirigida por Mireia Ross.
En primer lugar, porque el fundador y máximo responsable de miles de filtraciones en 2010 denunciando los comportamientos delictivos y criminales de gobiernos democráticos para beneficiar al poder detrás del poder no puede estar más de actualidad.
A lo largo del mes de este abril, un tribunal británico decidirá si extradita o no a EE.UU a Assange, donde se enfrentaría a 175 años de prisión por haber hecho uso de la Primera Enmienda de la Constitución de este país. En numerosas ciudades occidentales se están convocando manifestaciones pidiendo la liberación de un preso que lleva 6 años en aislamiento (tras otros seis encerrado en la embajada de Ecuador en Londres) sin que haya mediado juicio alguno. Una conducta en cierta manera paralela a la que ha acabado con la vida de Nalvany en la Rusia de Putin y que ha provocado la indignación mundial.
Los jóvenes madrileños autores de Assange, el poder de la informació estructuran su texto a partir de los pasos de tiempo que van mermando la fortaleza física y mental del protagonista. Dicho de otra manera, cómo dejar pasar los años puede resultar la mejor manera de vencer al enemigo; de provocar que su causa se olvide, de hacerle irrelevante.
Apoyándose en videos reales tanto de algunas de las conductas denunciadas por Wilkileaks como del Assange real saliendo detenido de la embajada ecuatoriana, la directora, Mireia Ross, centra su muy acertada dirección de actores en la relación que mantiene el responsable de Wikileaks con la abogada encargada de llevar su caso y que se convertirá en su pareja y madre de sus hijos. Una sucesión de diálogos que la realizadora de La moños distribuye usando las diagonales del escenario central del Teatro Gaudí, logrando que la humanidad impregne lo político del texto.
Cuenta para ello con una excelente interpretación de Charansonnet, responsable también de la traducción y adaptación del texto al catalán, y que lleva sobre sus hombros todo el peso de la función. Charansonnet no solo tiene un parecido más que significativo con el Assange real sino que nunca pierde de vista en qué momento histórico y anímico se encuentra su personaje. Al tiempo, proyecta con energía la defensa de la libertad de incide en cómo de cruel puede ser la esperanza.
A su lado, Elena Codó en el papel de abogada primero y pareja después, logra bastante más que ser una simple pared de los diálogos del protagonista absoluto mientras que Eduard Alejandre, en un rol más funcional, consigue su mejor momento en la despedida del custodiado convertido en su amigo.
Es Assange, el poder de la informació, una obra que pide a gritos un escenario y un mayor presupuesto para poder jugar de manera mucho más eficiente y espectacular tanto las proyecciones como iluminación y sonido.
Todo lo que está pasando con Miguel Ángel Rodríguez amenazando a periodistas por publicar informaciones acerca del novio de Ayuso, el regreso de un gangster a la carrera presidencial estadounidense frente otro anciano cómplice y facilitador del genocidio israelí contra Gaza, casi medio centenar de periodistas asesinados al año en México y la banalización de la información dentro de las redes sociales (podríamos seguir) reclaman la mayor difusión posible de un caso, el de Assange, que ya hay gente que hoy no recuerda, que no sabe ni siquiera quién es.
El tiempo y el olvido.
Assange, el poder de la informació estará en el Teatre Gaudí de Barcelona hasta el 31 de marzo.
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