En la imagen el actor Nicolás Gutiérrez -El joven- en “Así que pasen cinco años” -la leyenda del tiempo- de Federico García Lorca en versión y con dirección de Óscar Velado Foto Cecilia Martínez Gandolfo
Así que pasen cinco años -la leyenda del tiempo- de Federico García Lorca es una obra que en su forma guarda una gran belleza, por la facilidad que tiene el autor para hacer asociaciones de ideas y su simbólico lenguaje en toda su obra, y en esta en concreto por su gran carga surrealista. El fondo es un retrato a varias pistas sobre la desazón, no solo de El Joven que indaga por todos los caminos y veredas, para llegar a quererse a sí mismo. Y su único amor posible es su espejo. El simbolismo del autor es siempre de agua aire y tierra, y en la muerte haya la redención.
El trabajo de versionar a Lorca es escurridizo como son sus propias palabras, que en su lenguaje de símiles, y ensoñaciones incita a volar pero es difícil de asir, a tal nivel, que el mensaje puede variar con cada lectura o con la revisión de un mismo montaje.
Alejandro Menéndez, Raúl de la Torre y Julio Vargas “Así que pasen cinco años” de Federico García Lorca en versión y dirección de Óscar Velado Foto Cecilia Martínez Gandolfo.
La labor de adaptación y dirección de Óscar Velado, es muy válida y nunca había visto fluir el verso y la prosa como en esta versión, en que con pocos medios logra un nivel de propuestas excelente con el público.
El montaje se vale y acierta con la luz, la música, y el temblor de los actores para establecer una atmósfera. En su depurada sencillez quizá esté, el que la pieza se vea con facilidad. Nada distrae en una historia en que se habla nada menos que de la vida, de la muerte, de la entidad sexual, y de la vocación de eternidad a través de los hijos, con la espada de Damocles un tiempo, que jamás se detiene, blandiendo inexorable sobre nuestras decisiones.
Eligiendo el autor como trama y protagonista, a un joven que pide a su novia que le espere cinco años, para que su deseo de amor y deseo roce los límites, pero hablando con El viejo –Julio Vargas-, además de insistirle que se piense en futuro, queda claro que La novia es una simple ficción en su cabeza, y recuerda de ella lo jamás tuvo. La novia –Rossy Latorre– no está para experimentos, ni en la búsqueda de cumbres de sentimientos, y cae en los fuertes brazos de un jugador de Rugby –Raúl DeLatorre– que a ella se la antoja un dragón poderoso, en una constate de la obra de Lorca, en que la mujer reivindica su poderoso deseo carnal.
El joven una vez rechazado por su novia, establece un dialogo arrogante con El maniquí – Aida Quintana– que luce el vestido de novia, en donde se vuelve a significar que El joven no busca más que la forma, quizá por evitar el fondo de su propio deseo. Contrariado con el desaire de su novia, por lo que conlleva de frustración de su juego de significados, sin que la ruptura sentimental ocasione herida alguna. Busca iniciar otra quimera con su ex Mecanógrafa –Cloe Seró-, a la que hasta este momento directamente no veía, y esta, ejecutando una broma del destino, le pedirá cinco años para poder materializar su amor. El joven muere en una simbólica partida de cartas, después de perder el As de corazones.
Nuestro protagonista mantiene una conversación con dos amigos. Un Amigo –Raúl DeLatorre-, un hombre sensual que se atreve a hacer lo que él se niega, y le incita a lo carnal en todo su abanico de opciones, afirmando que en momentos puede ser más bello un domador de caballos que una mujer, porque el deseo lo marca la belleza.
El otro Amigo –Alejandro Menéndez– en cierta forma es su propio espejo, su amigo quiere que le entierren en una caja blanca y chiquitita -con la vocación de no dejar de ser niño-. Una cajita igual a la que acababa de ver, en la que llevaban al Niño Muerto, e hijo de la portera –Mario Velasco-, que mientras espera para ser enterrado manifiesta a la gata La chata –Marina Gutierrez, – a la que los niños han matado a pedradas-, su decepción de eternidad, no bajaran a buscarlos los ángeles, únicamente los comerá la tierra, o una familia de lagartos.
En todo momento el actor Nicolás Gutiérrez –El Joven-, está acompañado en su viaje existencial por su criado –Mario Rebollo-, en un doble juego de lacayo, y de mago de la música y los efectos sonoros, en vivo y en directo.
El trabajo de Nicolás Gutiérrez es oportuno y sensible, como el diapasón que marca las escenas de la función. Nicolas se hace cargo de un personaje que transita a ciegas esa cuerda floja, de no ver más que lo que quiere ver, lastrado por una desazón permanente. Gutiérrez tiene química con Julio Vargas que recrea El viejo, al que ya nada ofende, y nada espanta, que le insiste desde su sabiduría en la velocidad inclemente que nos impone el tiempo, cada uno posee lo que le falta al otro.
A los personajes femeninos no acaba de velos, más allá de lo que él fabula, o por ver la condición de mujer como un ideal, pero las chicas son guerrearas y no se amilana ante él, ni La novia –Rossy Latorre-, ni el maniquí –Aida Quintana-, ni la secretaria –Cloe Seró-, que tiene una voz preciosa. Marina Gutiérrez aparten de hacer de Gata, muerta a pedradas, compone unos personajes muy vivos como la Criada y Máscara amarilla.
El montaje de Óscar Velado funciona tanto en su parte técnica como en la artística. Pocas veces se puede ver una actuación tan homogénea como la realizan Nicolás Gutiérrez, Julio Vargas, Rossy Latorre, Alejandro Ménendez, Marina Gutierrez, Aida Quintana, Mario Rebollo, Cloe Seró, Raúl de la Torre y Mario Velasco.
De mi lectura de la función, no me hagan mucho caso el teatro simbólico de Lorca, no tiene una lectura por cada espectador que la recibe, si no varias lecturas, que cambian con el tiempo, que tanto le preocupaba a don Federico en esta pieza, sin saber que iba a disponer de tan poquito.
Galería de personajes
En la imagen la actriz Rossy Latorre – La Novia-, idealizada por -El joven- Foto Cecilia Martínez GandolfoAsi Mario Velasco -Niño Muerto- Marina Gutierrez -Gata. Criada y Máscara amarilla- Foto Cecilia Martínez GandolfoLa actriz Rossy Latorre -La novia- y Raúl de la Torre -El jugador de Rugby- Foto Cecilia Martínez GandolfoLa actriz Aida Quintana -el maniquí-. Foto Cecilia Martínez GandolfoLa actriz Cloe Seró -la mecanógrafa-. Foto Cecilia Martínez GandolfoAlejandro Menéndez -Amigo- y Nicolás Gutiérrez -El Joven-. Foto Cecilia Martínez GandolfoMario Rebollo -El Criado-. Foto Cecilia Martínez GandolfoEl actor Julio Vargas -El viejo- “Así que pasen cinco años” de Federico García Lorca en versión y dirección de Óscar Velado Foto Cecilia Martínez Gandolfo
Así que pasen cinco años –la leyenda del tiempo– está en cartel del 6 al 28 de noviembre de 2021, en la Sala Nave 73 -Madrid-
Título Así que pasen cinco años –la leyenda del tiempo- Autor Federico García Lorca Versión y dirección Óscar Velado Elenco y personajes Nicolás Gutiérrez (El joven) Rossy Latorre (Novia) Alejandro Menéndez (Amigo 2, Arlequin y Jugador de cartas) Marina Gutierrez (Gata, Criada y Máscara amarilla) Aida Quintana (Maniquí) Mario Rebollo Cloe Seró -La mecanógrafa- Raúl de la Torre (Amigo 1, Jugador de Rugby, Arlequin y Jugador de cartas) Julio Vargas (El Viejo y Jugador de cartas) y Mario Velasco (Niño Muerto)
Desde que me puse delante de una cámara por primera vez a los dieciséis años, he fechado los años por películas. Simultáneamente, empecé a escribir de Cine en una revista entrañable: Cine asesor. He visto kilómetros de celuloide en casi todos los idiomas y he sido muy afortunado porque he podido tratar, trabajar y entrevistar a muchos de los que me han emocionado antes como espectador. He trabajado de actor, he escrito novelas, guiones, retratado a toda cara interesante que se me ha puesto a tiro… Hay gente que nace sabiendo y yo prefiero morir aprendiendo.
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