«Orden externo y caos interno. Progreso exterior y regresión interior. Racionalismo extremo e irracionalidad interna. En esta civilización mecánica impersonal e hiperdisciplinada, tan orgullosa de su objetividad, la espontaneidad adquiere con demasiada frecuencia la forma de actos criminales, y la creatividad encuentra su principal salida en la destrucción. Si esto les parece exagerado, eso se debe solo a una ilusión de seguridad. ¡Abran los ojos y echen una mirada a su alrededor!”. Este fragmento es uno de los muchos que la artillería dispuesta por Mumford en Arte y técnica nos dispara de forma impía. Este libro no es otra cosa que un muro de cemento dispuesto por su autor para que nuestras vidas -unas vidas aceleradas hasta el absurdo, neuróticamente mecanizadas e incapaces de captar la trayectoria que sus movimientos describen-, se choquen de forma irremediable. Sí, propicia el accidente, la rotura, porque a partir de ahora éste será sinónimo de despertar.
Lewis Mumford fue un hombre que pensó aunando disciplinas. Así, él mismo decidió convertir su mente en un espacio de encuentro y diálogo entre diferentes saberes. Sobre el mundo, un único drama se despliega, y, por tanto, dar una respuesta global es lo legítimo. Frente a los infinitos síntomas, la mirada debe dirigirse al íntimo y trágico fallo del que la estructura adolece.
Arte y técnica, es una pieza más dentro de la profunda reflexión que Mumford acomete sobre un poderoso acontecimiento: cómo la técnica, y lo que ella implica, se ha vuelto soberana de los dos mundos que cruzan al hombre, el objetivo y el subjetivo. Analizar las razones, precisar los daños y trazar la salida, es la cruzada que este pensador neoyorquino se autoimpuso, el río subterráneo que nutre a todas sus obras.
¿Qué es ahora el hombre? Un “dios tecnológico, un demonio moral y un idiota estético”, pero Mumford no se deja vencer por el pesimismo, y tal vez, junto con su capacidad de comunicar, esta sea su mayor fortaleza. De este modo, su trabajo no es una venganza contra los tiempos que corren, sino un plan de evasión de la cárcel que hemos hecho de nosotros mismos. Su respuesta, pasa por la defensa de la comunidad frente al Estado, por la reintegración de la ciencia y las humanidades, por romper la división industrial del arte y el trabajo, por la “resurrección” de la personalidad y por la génesis de un yo insurgente – un yo despierto, capaz de participar de los valores democráticos y escapar del totalitarismo que la maquina-sociedad demanda.
Este pensador, lleva dentro de sí el ejército de la valentía, la rebelión contra todo tipo de huida, la apuesta por remangarse y mancharse las manos con la fealdad del mundo moderno. En definitiva, la lucha por convertir el lodo en barro y el barro en hermosos objetos de artesanía. ¿Acaso este impulso que en él se materializa no es la mejor definición que podemos dar del hombre? Porque, como el mismo defiende, no es Prometeo el protector de los hombres, sino ese otro dios conocido como Orfeo.
Arte y técnica, Lewis Mumford, Pepitas de Calabaza: 2014. Traducción de Federico Corriente.