Por Rubén Romero Sánchez
Apoptosis, de Lidia Gómez Pérez
Ed. Legados
(Prólogo de Ana Martín Puigpelat)
La editorial Legados, dirigida con buen hacer por Agustín Sánchez Antequera, continúa en su afán por descubrirnos voces nuevas en el actual panorama poético de nuestro país.
En esta ocasión presenta el primer libro de Lidia Gómez Pérez (Madrid, 1992), Apoptosis, un libro ariesgado que no hace concesiones al lector, que no busca el aplauso fácil, el complaciente guiño, sino que escarba en lo oscuro, en el dolor, para salir, si no indemne, sí al menos transformado.
El término “apoptosis” hace referencia a la destrucción programada de las células por parte del mismo organismo, con el fin de controlar el desarrollo y poder hacer frente a diversas enfermedades. El yo poetico, entonces, urde la trama de su estar en el mundo para sobreponerse a él y crecer:
“porque te nombre
desde los límites
que no me alcanzan”
Lucha contra un mundo aterrado, un presente fantasmal en el que el acto de decir, de nombrar, de hacer algo propio, es ya de por sí un desafío, pues todo lo hermoso hemos de ganárnoslo:
“Al otro lado el sol,
como todo lo bello
se esconde siempre al otro lado”
Este anhelo, este enfrentamiento con lo impuesto nos hace avanzar:
“Elegir la deriva aún es posible:
acalla todas las palabras graves.
(…)
que las persianas no solo
acunen pesadillas”
La vida será, entonces, afán de superación, y seremos recompensados con un nuevo nacer, un renacimiento que habremos de ir ganándonos para siempre:
“… serás solo la estrella,
que se agota en su llama,
culmen y origen habrá de ser la claridad”.
Poemario profundo, revelador de nuevos significados en cada lectura, Apoptosis se presenta, también, como una guía contra la rendición, contra la mansedumbre, un alegato en favor de la propia voz, a pesar de todo. Y él, en su misma urdimbre, se anuncia:
“Los libros son tan fieros como la vida”.