¿Apocalipsis ya?

¿Apocalipsis ya?

 

El primer indicio del Apocalipsis fue la estrepitosa caída en bolsa de la cotización de las acciones de los seguros de vida”. Seguramente así comenzó el Apocalipsis. Y suma y sigue.

¿Vivimos tiempos apocalípticos? No, en cualquier caso, al modo de los Apocalipsis tradicionales, como el gran miedo del año 1000. Recordemos que alrededor de la llegada de ese año se despertaron toda una serie de vendavales de pánico más o menos estrambóticos que recorrieron Europa de punta a punta.

Bueno, algún elemento de eso queda todavía, algún rescoldo, como el miedo al fin del mundo, profecía maya mediante que nos sacudió, bastante mediáticamente, hará dos o tres años.

Pero esos rescoldos del miedo al final tradicional no nos apartan demasiado de nuestras buenas o malas costumbres habituales, como bajar la basura o comprar leche en el súper. No, no hay miedo al Apocalipsis al modo tradicional.

Sin embargo, en forma difusa e inconexa, danzan a nuestro alrededor elementos que podrían considerarse de índole apocalíptica. En primer lugar, y de forma más evidente, la pérdida de la noción de futuro en nuestra presente vida.

En efecto, tras siglo y medio, aproximadamente, de progreso, nos hemos quedado sin imagen de nuestro futuro. Ejemplo paradigmático es que la ciencia-ficción ya no es lo que era, y desde hace un par de décadas por lo menos.

Se podría decir que vivimos en un presente sin fin, ni objetivo, ni diana claros. Eso lo mide también, con bastante fidelidad, el estado del arte en nuestros días. Tradicionalmente, en los tiempos modernos, el arte había venido siendo el ariete que portaba el signo de los tiempos.

Hoy en día el arte se ha reducido a un nivel meramente monetizable. El arte ya no nos da una visión del mundo más o menos unitaria, si acaso múltiples, caleidoscópicas visiones que no conforman una alternativa clara.

Pero estos elementos, que podrían ser de índole apocalíptica, no se concretan en tendencias o cambios de paradigma que consoliden su poder de solución final histórica. Resuena en la frase anterior una expresión que viene al caso, “solución final”, ejemplo de cita apocalíptica que tuvo lugar desdichadamente.

¿El nihilismo que nos prometía Nietzsche tiene todavía lugar? Aparentemente, hemos roto o desbordado sus costuras hace ya unos cuantos decenios. Desde que llegó la pax perpetua al Occidente, relegando las guerras a los extremos, a los confines civilizatorios.

¿Estaremos en las lindes de la paz perpetua kantiana? La Unión Europea podría ser el modelo del germen de la misma…

Así pues, ¿tiempos apocalípticos o tiempos integrados, como diría Eco?

Pues todo depende del color del cristal con que se mire, seguramente todavía no ha cristalizado como tal tendencia espiritual o ética en los lindes del mundo que conocemos.

Autor

Soy José Zurriaga. Nací y pasé mi infancia en Bilbao, el bachillerato y la Universidad en Barcelona y he pasado la mayor parte de mi vida laboral en Madrid. Esta triangulación de las Españas seguramente me define. Durante mucho tiempo me consideré ciudadano barcelonés, ahora cada vez me voy haciendo más madrileño aunque con resabios coquetos de aroma catalán. Siempre he trabajado a sueldo del Estado y por ello me considero incurso en las contradicciones que transitan entre lo público y lo privado. Esta sensación no deja de acompañarme en mi vida estrictamente privada, personal, siendo adepto a una curiosa forma de transparencia mental, en mis ensoñaciones más vívidas. Me han publicado poco y mal, lo que no deja de ofrecerme algún consuelo al pensar que he sufrido algo menos de lo que quizá me correspondiese, en una vida ideal, de las sempiternas soberbia y orgullo. Resido muy gustosamente en este continente-isla virtual que es Tarántula, que me acoge y me transporta de aquí para allá, en Internet.

2 comments

  • Parafraseando a nosequién, el pensamiento más sólido y coherente, y positivo, está en plantear las preguntas adecuadas, y en plantearlas adecuadamente… Eso es lo que haces. Las respuestas consistentes a esas preguntas puede que no lleguemos a conocerlas nunca. Dentro de varias generaciones (como siempre, «a toro pasado») alguien formulará una interpretación de eso que nos pasa, y se quedará tan pancho, creyendo que ha dado con la clave de una época… Pero seguro que ese alguien vivirá un profundo desconcierto respecto de su propio mundo.

    «¿Tiempos apocalípticos o tiempos integrados?» Pues puede que ambas cosas. No tranquiliza esta respuesta, pero tal vez hoy no estemos en situación de dar otra.

    Contestar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *