«Ana contra la muerte» de Gabriel Calderón o «Una mujer estigmatizada»

«Ana contra la muerte» de Gabriel Calderón o «Una mujer estigmatizada»

 

Por Luis Muñoz Díez

 

Ana contra la muerte, de Gabriel Calderón, nos llega de la mano del Festival de Otoño. Se trata de un drama en toda regla, en el que no cabe redención posible. En el programa de mano se preguntan, porqué no hay una figura que nombre a una madre, en su condición cuando la vida le impone enterrar a un hijo.

Sin ánimo de querer dar una explicación a la falta de calificativo, hemos de recordar la poca importancia que ha tenido la vida hasta hace muy poco. En un tiempo se tenían todos los hijos que la naturaleza permitiera para que alguno sobreviviera, y cuidara de sus progenitores cuando llegara la vejez. Incluso se les imponía de manera reiterada los mismos nombre para que no se perdieran, porque la mortalidad era moneda de cambio diario, en la infancia, en la juventud por la enfermedad y las guerras… 

No es difícil oír en palabras de mujeres ancianas, como mi abuela, «he tenido tantos hijos, y me quedan tantos», de hecho, a mi madre que murió joven le dio tiempo para enterrar al mayor,  hasta finales del siglo XX, era algo inevitable en las familias de cualquier estatus.

El estoicismo de la madre sin hijo por excelencia lo representa María, madre de Jesús de Judea. Una imagen que fue tomada como ejemplo a lo largo de la historia para sublimar el mayor dolor, como es el caso de Dolores Ibárruri, cuando su hijo Rubén, de 22 años, muere en la defensa de a Stalingrado, de las tropas fascistas.

Ana se siente una desposeída de la tierra, la vida no la ha proporcionado ni belleza ni recursos, y si la muerte de un hijo es una tragedia personal de la que nadie se recupera del todo, en el tiempo que vivimos es aún mayor el espectro de la tragedia, porque el capitalismo nos ha engañado contándonos que para el cáncer existe una Disneyland en Estados Unidos, que no alcanza a ser verdad, porque determinados cánceres se siguen cobrando víctimas, al margen de la cuenta corriente de quien lo sufra.

Pero lo anterior ahonda en el las orillas de los abismo del dolor, de quien se le niega la capacidad de poder elegir, y es buen material para construir a esa Ana, que por encima de sí misma defiende lo único que tiene, sin atenderse a la razón, quiere que su hijo viva, en las condiciones que sean, sufriendo, escupido, marginado, como posiblemente se haya sentido ella misma, pero vivo.  

"Ana contra la muerte" de Gabriel Calderón. Foto: ©Mauricio Rodríguez

«Ana contra la muerte» de Gabriel Calderón. Foto: ©Mauricio Rodríguez

El autor plantea en la voz de otro personaje, el dolor de las madres por los hijos que mueren a causa de la droga, que Ana ha propiciado por haber sido, y ser mula de transporte, por supuesto que Ana no es el problema porque su contribución es nimia, aunque esté dentro del entramado, pero ella desde su hiperbólica condición de acreedora de la vida, ni lo contempla.      

No es usual ver  ahora sobre un escenario un drama sin respuesta alguna, en que se ponga toda la artillería dramática en favor de un personaje, que sí bien, es cierto que sufre un dolor insoportable. El entorno sociedad que dibuja el autor, trata de paliar su pena, aunque no le sirva, aunque los miembros de su familia sean pocos, y tan desposeídos como ella misma, cuenta con ellos, cuenta con una amiga. Marisa Bentancur, María Mendive, las dos actrices que interpretan al entorno que sustenta la pieza, son manos amigas, excepto la de la asesina, por lo que un poco de calor Ana, si recibe.  

Las tres actrices realizan un trabajo perfectamente ensamblado por, y para qué Ana manifieste su transito por los matices de dolor. Gabriela Iribarren mimetiza el concepto de la Ana, ideada porGabriel Calderón, y se entrega visceralmente, en un viaje sin usura, actuando no solo con voz y su cuerpo, también con sus células, y sus fluidos.    

Gabriel Calderón nos ha querido entregar un drama sin paliativos, en el que no ha permitido restar dolor a la aceptación de la muerte de un hijo. A pesar de que la muerte del joven se produce en un hospital después de cumplir con todos los protocolos posibles, pretextando el falso consuelo que les valdría a otros, de que se ha hecho todo lo posible.

Ana cuente con apoyos, inútiles ante la muerte irreversible, pero que servirían de sustento «puntual», pero para Ana, no hay consuelo que le alivie, ni lugar donde encontrar cobijo, porque para ella, nada es puntual. Se siente una proscrita de la vida, las maldiciones si te las repite la persona indicada, acaban irremediablemente cumpliéndose.

Ana siente como un castigo todo lo que ocurre, sin acabar de advertir, que la muerte es para su hijo, y que ella, seguirá viva.    

"Ana contra la muerte" de Gabriel Calderón. En la imagen Gabriela Iribarren, Marisa Bentancur y María Mendive Foto: ©Mauricio Rodríguez

«Ana contra la muerte» de Gabriel Calderón. En la imagen María Mendive, Gabriela Iribarren y Marisa Bentancur y  Foto: ©Mauricio Rodríguez 

Ana contra la muerte, de Gabriel Calderón, está programada dentro del 40º Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid, en Teatro de La Abadía, Sala José Luis Alonso, los días 25, 26 y 27 de noviembre de 2022 a las 20:00h

País: Uruguay / Duración aproximada: 1 h 15 min (sin intermedio) / Idioma: español /Año de producción: 2019 / Estreno absoluto en la Comunidad de Madrid / Presentado en colaboración con Teatro Lope de Vega de Sevilla, Teatro Principal de Palma y Teatro de La Abadía.

Autoría y dirección: Gabriel Calderón  Elenco: Gabriela Iribarren, Marisa Bentancur, María Mendive Diseño y realización de escenografía e iluminación: Lucía Tayler, Matías Vizcaíno, Miguel Robaina Mandl Vestuario: Virginia Sosa Fotografía: Mauricio Rodríguez  Desarrollo de identidad gráfica: Agustín Spinelli Prensa: Silvina Natale Comunicación: Matías Pizzolanti  Asistencia de dirección: Elaine Lacey Asistencia de producción: Vladimir Bondiuk  Producción general y gira: Matilde López Espasandín

 

Autor

Desde que me puse delante de una cámara por primera vez a los dieciséis años, he fechado los años por películas. Simultáneamente, empecé a escribir de Cine en una revista entrañable: Cine asesor. He visto kilómetros de celuloide en casi todos los idiomas y he sido muy afortunado porque he podido tratar, trabajar y entrevistar a muchos de los que me han emocionado antes como espectador. He trabajado de actor, he escrito novelas, guiones, retratado a toda cara interesante que se me ha puesto a tiro… Hay gente que nace sabiendo y yo prefiero morir aprendiendo.

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