En la imagen Horten Soler, Montse Gabriel, Cristina Bertol y Rodrigo Sáenz de Heredia en Amor Fati o cómo llegué a operarme de glaucoma de Yaiza Ramos
Por Luis Muñoz Diez
Al final de la infancia llega la adolescencia, un momento en que desconocemos nuestro cuerpo, no entendemos el mundo de los adultos, y la seguridad que nos inspiraban nuestros padres se disipa por segundos.
La protagonista de Amor Fati o cómo llegué a operarme de glaucoma, no solo tiene que afrontar estos cambios, sino que tiene que asimilar que por herencia genética padece glaucoma. En el colegio le encargan presentar un trabajo y ella lo hará de lo que le interesa: su familia y el glaucoma.
Yaiza nos cuenta su propia historia, presentándola de forma hiperbólica, porque no hay mejor forma de afrontar un tema serio que con sentido del humor. La joven llegará a la conclusión de que padece la enfermedad únicamente por el azar del destino, que llevó a su madre una emigrante andaluza, a tomarse un bocadillo de calamares en el bar que trabajaba un emigrante gallego en el barrio Gótico de Barcelona.
La función habla de entidad e identidad, de la uniformidad impuesta por la globalización, e incide en la mochila genética con la que cargamos siendo poco conscientes de ello, y de la complicada relación filial, que cuanto más queremos propiciar un acercamiento, más sentimos nuestras diferencias.
La chica consciente de que sus padres no pueden coincidir ni en su relato, pedirá a otra emigrante, esta una alemana de la Unión Europea, para que represente el papel de su padre y de su madre de manera alterna con el fin de que no estén juntos. La alemana ha tomado el relevo de aquella emigración llamada charnegos, y se propone la empresa de poner una tienda de souvenirs que convierte las ciudades turísticas en decorados, y a sus moradores en una fauna ajena al sow.
Yaza Ramos en un Hale-Hop circense, nos presenta un texto muy fresco, para representarlo marca una acción trepidante que amarra al espectador a la butaca. El trabajo de los actores es un pilar fundamental. Las tres actrices Cristina Bertol, Montse Gabriel, Horten Soler realizan un trabajo vigoroso como la hija ponente, la madre y la emigrante sustituta alterna del padre y la madre.
Rodrigo Sáenz de Heredia encarna al abuelo que llora, al que no lora y al padre, e interpreta como los grandes cómicos, con la dosis perfecta de naturalismo que engancha con el público, y el toque de absurdo surrealismo que tiene la existencia misma.
Amor Fati o cómo llegué a operarme de glaucoma, es un buen trabajo con el que se luce Yaiza Ramos, por la frescura de su texto, por la efervescente puesta en escena. Los actores Cristina Bertol, Montse Gabriel, Horten Soler y Rodrigo Sáenz de Heredia están hondos y juguetones y el saldo es una delicia.
Hay que verla
TEXTO Y DIRECCIÓN Yaiza Ramos INTÉRPRETES Cristina Bertol, Montse Gabriel, Horten Soler y Rodrigo Sáenz de Heredia ESCENOGRAFÍA, VESTUARIO Y DISEÑO GRÁFICO Nacho Nava AYUDANTÍA DE DIRECCIÓN, DISEÑO TÉCNICO Y VÍDEOS PROMOCIONALES Nacho Rodríguez COREOGRAFÍA Inés López Carrasco AYUDANTE DE PRODUCCIÓN Y TÉCNICA DE LUCES Elena Lara-Cortés PRENSA, COMUNICACIÓN Y REDES Hugo Álvarez Domínguez.
Ha estado en cartel en Nave73 -Madrid-