Por NACHO CABANA
Dos películas con una clara vocación nostálgicas ocuparán nuestra crónica de Americana 2018 de hoy.
Brigsby bear de Dave McCary es un largometraje prodigioso que mezcla Unbreakable Kimmy Schmidt de Robert Carlock y Tina Fey con El show de Truman de Peter Weir para contar la incorporación a la realidad de un adulto cuyo consumo audiovisual infantil y juvenil se ha limitado a un solo programa de televisión. La ópera prima de este guionista y realizador del Saturday night live te lleva de la risa a la lágrima pasando por la sorpresa en una lúcida afirmación de que un oso mecánico puede ser una guía de vida más útil que la biblia o la constitución. Mención aparte merece el actor Kyle Mooney capaz de mantener el tono exacto en la evolución de su personaje sin caer en la parodia ni en la autocompasión.
Dave made a maze de Bill Watterson es una ingeniosa versión “suequizada” (por utilizar la terminología de Michel Grondy) de El corredor del laberinto de Wes Ball. En ella un treintañero (esta vez sí) integrado construye durante una ausencia laboral de su novia un laberinto con cajas de cartón en el salón de su casa y no puede salir de él. El invento resulta ser (como el arca de Noé de la película de Aronofsky) más grande por dentro que por fuera. La aparición de una serie de amigos de los protagonistas (más un equipo de documentalistas) dará lugar a una aventura muy brillante en su planteamiento estético y visual, con algunos gags memorables (la conversión en marionetas) que, no obstante, pierde un poco de fuelle con la aparición del minotauro, motivo principal del brillante plano final.
Bastante menos brillante y más confusa resulta The strange ones de Christopher Radcliff, Lauren Wolkstein. Media película se centra en el devenir de un preadolescente y un adulto por moteles y parajes desolados de la América profunda para luego explicarlo todo con un argumento ligeramente confuso y decididamente noventero. Sus imágenes crean cierta inquietud al principio pero acaban dando bastante pereza.