POR NACHO CABANA
El discurso acerca de la confusión entre realidad y virtualidad que esbozaba sin llevar a sus últimas consecuencias Creative Control de Benjamin Dickinson, se prolonga en el documental Author: The JT. LeRoy story de Jeff Feuerzeug también visto en el Americana Film Festival de Barcelona.
La película es básicamente una larga entrevista con Laura Albert una escritora que triunfó en el mundo editorial gringo de los años 90 escondida tras un personaje falso; invisible al principio e interpretado por su cuñada después. Aunque no es nada nueva la invención de autores para intentar vender mejor un libro (ahí está nuestra/o Laura Norton), lo interesante del caso que cuenta Feuerzeug es, no solo la magnitud del engaño o la fama de algunos de los que se tragaron el «fake» (Bono o Tom Waits), sino la reflexión que hace acerca de lo rápido que están dispuestos a calar determinados arquetipos en ciertos sectores sociales deseosos de apoyar una causa tan morbosa como políticamente correcta.
Aunque el grueso de los hechos narrados ocurrieron antes de la eclosión de las redes sociales y el consiguiente nacimiento de la realidad subjetiva, Author habla también de lo irrelevante en que se convierte la realidad cuando cada persona puede construirse la suya propia.
Feuerzeug hace malabarismos para ilustrar los hechos, tira de imágenes de archivo cuando las tiene y va dosificando de manera un poco confusa los datos acerca de la infancia real de la escritora real. El problema es que buena parte del material de partida son grabaciones de audio con conversaciones entre dos personajes que no vemos en pantalla y que son reproducidas en la banda sonora mientras vemos una y otra vez un reproductor de cassette con los nombres de los implicados.
El otro documental visto hasta ahora es LoveTrue de Alma Har´el con música de Flyng lotus. En él, su directora entreteje tres historias de amor muy distintas entre sí. Una en Alaska, otra en Hawai y la última en NYC. El problema es que la primera de las mencionadas tiene mucha más fuerza que la segunda y ésta que la tercera. Y aunque, una vez planteada cada una, Har´el las va mezclando estamos siempre deseando saber qué pasa con la chica freaky enamorada de un chico con osteogénesis y que trabaja en un club como stripper. Es la que más evolución tiene (o al menos la que la tiene en tiempo presente) y, aunque el surfero cornudo da bastante juego visual, la que cuenta con unos personajes con más fuerza.
En los segmentos de la familia afroamericana cantarina hay demasiados implicados y no deja de ser una historia más social que cinematográfica en la que la directora intenta (tema estrella en la edición de la muestra de este año) jugar con la ficción y la realidad al incorporar a una actriz que interprete a la madre ausente sin que la apuesta le acabe de salir bien.