Al límite, de Thomas Pynchon

Al límite, de Thomas Pynchon

Al límite PynchonEn este libro hay más embaucadores que en  toda la línea litoral del mediterráneo desde Marbella a Barcelona.


Maxine se acerca a la dirección desde el otro lado de la calle y, en cuanto la atisba, el alma no es que se le caiga a los pies, pero sí se le encoge dentro del minisubmarino individual necesario para navegar por las alcantarillas siniestras y laberínticas de la codicia que corren bajo todos los negocios inmobiliarios de esta ciudad»

491 páginas tiene este tocho de Pynchon. Todo paranoicos, excéntricos (hay unos colegas llamados geeks que son unos pesados y freaks de la hostia en informática y tecnología) y marañas casi hasta la extenuación de las posibilidades. Este hombre (T.P) tiene insomnio (491 de puta locura salpimentadas de ironía). También se quiere mucho. Veamos.

El pasado, no nos engañemos, es una invitación expresa al abuso del vino.

– Nunca,  jamás, te líes con nadie de Jamaica, la isla, porque el tipo se cree que la custodia compartida significa que todos están obligados a cuidar la maría. 

– Qué va, desde el principio era obvio que estaban gastando por encima de sus posibilidades, intentando comprar tráfico, el clásico delirio de los puntocomers; antes de darte cuenta están metidos en otro proceso de liquidación y un montón de yuppies desaparecen lloriqueando por la taza del váter.

¿Has visto la película Zorba el griego (1964)? En cuanto la anciana muere, todos los aldeanos corren a echarle el guante a sus cosas. Pues aquí tienes a Zorba el geek.

En el universo de los putos locos hay secuaces, dealers, gente del hampa, utilizados con la única excusa que parece tener Thomas Pynchon en esta novela: criticar el sistema y ganar dinero. Obviamente dentro de los tejidos de la estructura del neoliberalismo económico. No obstante, el contenido de la novela es honesto. Quizá también comprometido en que nos enteremos de que sabe mucho de las trampas del universo y de los procesos tecnológico-financieros, por tanto es una obra destinada a gustarse mucho y a destapar movidas de los poderosos. Pero no es un narcisismo patológico (no, no es Coelho). Entra dentro de la habitualidad y perseverancia del escritor de novelas.

También es una novela de moda. El yihad.

 ... puede llegar a creer que la ciudad de Nueva York, como la nación entera, unida en el dolor y la conmoción, se ha alzado frente al desafío del yihadismo global, implicándose en una cruzada de rectitud moral que la gente de Bush denomina ahora la Guerra contra el Terror»

El personaje principal de la novela se llama Maxine (femenina y sensual) empeñada en hacer una montaña de un granito de arena. Es su trabajo... hay profundidades donde el pequeño fraude deja de ser un pecado venial. Está todo el tiempo con niños, programadores, freaks en general, aficionados al heavy metal y a los videojuegos. A los condones. A la informática. Al McDonald´s. Hackers. A todas las mierdas de los informáticos, sus sudores y sus incapacidades emocionales. Salva el hecho de que  entre líneas hay carga erótica y fetichismo. También hay negociantes judíos y ciertos guiños musicales (Britney Spears)  y cinematográficos. Cualquier cosa que no haya en esta novela no existe en NY porque el recorrido es más prolongado que la infancia de Heidi. La intención de todas estas movidas es el nacimiento del árbol best-seller y la crítica al capitalismo y toda su plutocracia.

Si es usted un guay de las finanzas, la tecnología, le va el modo neoyorquino y dice mucho la gran manzana, compre Al Límite, Thomas Pynchon. Se va a divertir.  22 euritos. Si es usted un poeta de parque, desamores lineales y café de hora y media, no lo haga.

Al límite, Thomas Pynchon, Tusquets editores, 2014.

Autor

Javier Divisa. Mercader a tiempo parcial y escritor a intervalos fragmentarios. Autor de la novela Tres Hombres para Tres Ciudades, su segunda obra vio luz bajo el título Valientes Idiotas. Desarrolla su cáustica y rigor literario en reseñas literarias para Eñe y Revista Cultural Tarántula. Ejerce como articulista y cronista en CTXT y compagina la literatura con el business de la moda. Ha ganado algunos premios narrativos, todos sin la pertinente dotación económica, aunque eso es algo que podría lograr un mono con lobectomía cerebral. También ha sido incluido en diversas antologías de jóvenes autores de libros que están enterrados hace años en el cementerio de Père-Lachaise y no leyó nadie. Actualmente muere en Madrid, escribe varias veces todos los días a lapsos de quince minutos y nunca aparenta estar feliz en Facebook. Su tercera novela se llama Magdalena.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *