En la imagen el parto de Elena -Marta Gómez, ayudada por Eulalio -Miguel Alvarez, que alterna el papel con Pedro Almagro- Leticia Alejos y Vera González 1940. Manuscrito encontrado en el olvido, dirigida por Tolo Ferrà.
Por Luis Muñoz Díez
1940. Manuscrito encontrado en el olvido, está inspirada en el segundo capítulo de la novela Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez, en versión de Tolo Ferrà y Nuria Hernando. Bajo la dirección de Tolo Ferrà, crea una pieza que hiela y duele, en un detenido repaso por todas las gamas del color de la impotencia ante la muerte, y la derrota.
La puesta en escena se inicia con un lector frente a un atril –Patxi Freytez-, que lee el manuscrito en una conferencia de unas Jornadas de estudio sobre Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez, y lo hace con sus anotaciones e ilustraciones musicales, que al tiempo podemos leer en una discreta pantalla. Todo lo que el lector dice, lo podemos ver representado por un trabajo mimético del actor Pedro Almagro –Eulalio-, la actriz Marta Gómez -Elena-, y la interpretación musical en directo de Odín Kaban, mientras los objetos y animales tomarán vida en las manos, y la expresión corporal de Leticia Alejos y Vera González.
En la imagen el actor Patxi Freytez -El lector- ante su atril lee En «1940 Manuscrito encontrado en el olvido»
Función y relato se abren con la manifestación de la muerte y la vida, la muerte le llega a Elena, mujer de Eulalio, en el parto, y al juego de la vida con el nacimiento del hijo de ambos.
Eulalio no sabe que hacer ni con la muerte de su mujer, ni con la vida de su hijo. Encerrado en una cabaña en los altos de Somiedo se debate entre dejarse morir por el sinsentido que es la vida sin Elena, un suma y sigue de la asumida derrota de la guerra civil, que le hizo emprender un viaje a ninguna parte, pero aún válido, porque iba con Elena embarazada de ocho meses.
La vida siempre demanda vida y Eulalio dará tierra a la madre, y querrá y cuidará del hijo, al que acabará besando, con unos labios que se habían olvidado de besar.
Se aferra a un cuaderno, porque de alguna manera quiere dejar huella de lo que pasó, del mismo modo que pondrá nombre a su hijo cuando muere, para exorcizar el olvido ante la seguridad de que, la llegada de la muerte es únicamente cuestión de días o semanas, y quien va a recordar a alguien que no tiene un nombre, y ese nombre queda escrito.
La figura de Eulalio –Pedro Almagro– encierra el tesón frente a la derrota en busca del joven, que apenas le fue posible, abandonó el establo de sus padres. Alentado por las lecturas que le puso frente a sus ojos un maestro de su pueblo, su destino lo vio al lado de Miguel Hernández, al que nombra y recita, como poeta de en la trinchera madrileña y apenas se escucho el “ya hemos pasao” supo que su único camino era la huida.
La puesta en escena es como una cubertería en que todas las piezas son acordes, aunque cada una tenga su una función precisa.
En la imagen el elenco que represento “1940 Manuscrito encontrado en el olvido” en la función que asistí de izquierda a derecha, el músico Odin Kaban, la actriz Marta Gómez -Elena-, Leticia Alejos, Vera González, el Patxi Freytez El lector y Pedro Almagro -Eulalio-.
Así- el lector Patxi Freytez, el actor Pedro Almagro, la actriz Marta Gómez, la manipulación de objetos y la expresión corporal de Leticia Alejos y Vera González, el músico Odín Kaban, la vaca, el cuaderno, la escenografía de Susana de Uña, la iluminación de Roberto Cerdá, la composición musical de Iván Palomares, la coreografía de Marta Gómez y el vestuario de Marta Alonso-, se amalgaman para ser una pieza de orfebrería extraordinaria cuidada al detalle y sobrecojedora, para la que todos han sido imprescindibles.
Tolo Ferrà logra que sintamos el lacerante dolor de la impotencia, ante una adversidad, que en parte tiene responsables con nombres y apellidos políticos. Pero la abstracción de ese hombre que escribe con vocación de eternidad, mientras cuida su cachorro como cualquier otro mamífero, trasciende cualquier emoción concreta. Sublimando y dotándolo al discurso de vigencia en tiempo y espacio, en la fragilidad del hombre ante la inclemencia de su propio habitad, con el agravante de los que se se ensañan, obligando siempre al vencido a abandonar una tierra, que de natural es suya.
Si la obra se inicia con una mujer pariendo a su hijo, se cierra con un hombre desnudo, consumido, en posición fetal asumiendo su final. Albergando en el hueco de su cuerpo, a su hijo muerto.
No es fácil de escribir sobre una pieza que es barroca por dolorosa. Mi única justificación para hacerlo es significar el trabajo fascinante y enorme, que han hecho cada miembro de este equipo guiado, con mano certera de Tolo Ferrá.
En 1940. Manuscrito encontrado en el olvido, se puede ver en Madrid en el Teatro del Barrio, por compromisos las fechas están contadas, pero es una obra ha de volver, y volverá.
Autor: Alberto Méndez Versión: Tolo Ferrà/Nuria Hernando Dirección: Tolo Ferrà Lector: Patxi Freytez Eulalio: Pedro Almagro Elena: Marta Gómez Manipulación de objetos: Leticia Alejos y Vera González
Música y espacio sonoro: Odín Kaban
Escenografía: Susana de Uña luminación: Roberto Cerdá Composición musical: Iván Palomares Espacio sonoro en directo: Odin Kaban Coreografía: Marta Gómez Vestuario: Marta Alonso