Se dice de los escritores que siempre escriben el mismo libro, y esto se podría aplicar perfectamente a los directores que realizan un cine de autor, y es de cajón, a cada persona creadora, o no, nos motiva una inquietud, y a Gracia Querejeta le gusta bucear en la institución por excelencia: La familia, un ente complejo que marca a fuego el carácter del individuo, aportándole seguridad para afrontar todos los avatares que le depare la vida o dejándole desarmado en lo afectivo. En este último caso, arrastrará una inseguridad permanente, contando que el daño y las carencias que se infringen en la infancia jamás se llegan a reparar.
15 años y un día de Gracia Querejeta es una película tan usual como inusual en los tiempos que corren. Usual porque el problema de la adolescencia ha sido tratado por casi todos los cineastas como si se tratase de una asignatura pendiente, aunque 15 años y un día no es una película sólo centrada en la adolescencia. Gracia Querejeta ha hecho malabares con las relaciones familiares en su filmografía, y señalo a la película como «inusual» porque se retrata de una forma positiva a todos los personajes masculinos, algo que no sé si para bien o para mal no es lo habitual en el cine que se está haciendo, siendo los personajes de ese sexo los que asumen los papeles más oscuros.
El pequeño y conflictivo Jon (Arón Piper) no lo es tanto. Es cariñoso con su madre (Maribel Verdu), perezoso para los estudios y sólo parece que no le han delimitado bien ni sus normas ni sus obligaciones. El acto por el que es expulsado del colegio no pasa de ser una falta de educación y una lista de travesuras dignas de Jaimito, y su última aventura, antes del embarque rumbo a la Costa de La Luz con su abuelo, un militar un poco misántropo que encarna estupendamente Tito Valverde, es un acto salvaje pero realizado por amor a su madre.
Creo que a ningún padre le pesaría tener un hijo así, y creo que en la base dramática el personaje de Jon es casi un pretexto para un juego de encuentros entre el abuelo, la madre y el hijo, y desencuentro con quien fue su mujer (Susi Sanchez).
Gracia Querejeta y Santos Mercero son generosos con todos sus personajes y tratan con el mismo cariño al abuelo militar que a la inspectora de policía (Belén López), que cuando se separó no se quiso hacer cargo de su hijo, como le pasa a tantos hombres, y en ese caso no se sufre una condena social tan inclemente cuando lo hace una mujer, y quiero resaltar esa aptitud de los guionistas porque estos actos al fin y al cabo son los que normalizan una igualdad que todos deseamos.
Maribel Verdu se estrena en un papel de madre y la historia le permite lucirse en una serie de monólogos en los que da la talla como actriz madura, su personaje navega en un secreto que cree bien guardado y su falta de comunicación con una madre que se muestra fría y distante en la cercanía, otro tópico roto por Querejeta y Mercero, y un padre ausente porque vive en la costa retirado, con el que tiene mucho en común, quizá sin saberlo, pero el guión nos permite ver dos reacciones calcadas ante un mismo problema del padre y de la hija.
Quizá el eje de la película, que no el todo, sea Max, el abuelo es un personaje compacto y Tito Valverde lo borda por físico y gesto, y Susi Sanchez da el tono perfecto a la madre, la cuadrilla de actores jóvenes Boris Cucalón, Bernat Grau, y Pau Poch, y el ya mentado Arón Piper es un soplo de aire fresco, como suele suceder en estos casos. A destacar Sfía Mohamed, con su memoria de pez, está deliciosa.
La película se ve con agrado y se hace corta, aunque el caso policial está resuelto de una manera poco precisa no tiene demasiada importancia, porque 15 años y un día no deja de ser un acertado retrato de familia.
15 años y un día de Gracia Querejeta que fue estrenada y premiada con la Biznaga de Oro a la mejor película en el pasado Festival de Málaga, llega a las salas el 7 de junio de 2013.