Vulcano es un docudrama con mimbrera de thriller, tan cierto como irónico, en el que no existe la presunción de inocencia para sus protagonistas involuntarios. Se ven atrapados en un escenario que los sobrepasa, que no es su mundo, mientras una reportera y un cámara irrumpen con la intención de convertir la muerte accidental de una joven en una representación del caos de la marginalidad y las familias desestructuradas. Su objetivo es vender la historia con todo su morbo a unos espectadores ávidos de relatos ajenos, para que quede bien marcada la diferencia entre ellos y “los otros”.
Apolo, dios del sol y de la verdad, símbolo del conocimiento y la iluminación, irrumpe en la fragua donde trabajan Vulcano, dios del fuego, y sus ayudantes, para revelarle que su esposa, Venus, le es infiel con Marte.
El lienzo de Velázquez captura toda la simbología de la convivencia entre lo humano y lo divino, y desmonta la frase favorita de moralistas y vencedores: “cada uno tiene lo que se merece”. Vulcano, entregado sin fisuras a su trabajo, no merece que Venus lo traicione con Marte. Sin embargo, su dedicación como dios del fuego tampoco obliga a Venus a serle fiel por necesidad.
Vulcano, con texto de Victoria Szpunberg, y dirección de Andrea Jiménez, representa el rodaje de un docudrama sobre un padre y sus hijos, impactados por la muerte de su vecina del descansillo en un incendio. La reportera busca justificar la carnaza morbosa de la historia como una denuncia social.
Pero la historia de Manuel, sus dos hijos y su vecina es, en realidad, la de un padre con dos hernias discales que trata de sacar adelante a su familia: Manu, con dificultades para relacionarse, e Inés, que estudia una oposición para trabajar en el Museo del Prado.
La familia se convierte en el oscuro objeto del deseo de Adriana, la reportera, cuando el fuego se lleva a la vecina. La tragedia, bien narrada, podría ser un retrato de la marginalidad, de esas historias que el público consume con avidez para reafirmar su propia posición social, convencido de estar un escalón por encima de tales desgracias.
A Adriana la acompaña Eliseo, un cámara que no quiere ser periodista, sino artista: aspira a retratar con fidelidad lo que ve. Juntos, reportera y cámara ocupan el apartamento de Manuel como si fuera su casa. El primer sobresalto llega con la aparición de Manu, un hijo que, además de sus problemas de comunicación, carga con el dolor por la trágica muerte de su vecina.
Inés colabora con su padre en el documental, con la esperanza de que todo termine cuanto antes, que se marchen y la dejen seguir con su oposición.
La injusta grisura con la que se tamiza la vida cotidiana de muchos contrasta con la vida de ensueño que nos vende la publicidad a jornada completa. Se olvida que la miseria marca, sí, pero que la escasez económica no conduce, por necesidad, a la desdicha.
La brocha gorda de la estadística, que lo generaliza todo, al igual que esos documentales diseñados según la demanda del público, prescinde del matiz para que no surja la empatía. Eliseo, el cámara, ante la presión de Adriana, insiste en que quiere “captar texturas”, que es tanto como decir que quiere marcar diferencias entre los personajes, sacándolos de ese permanente estado de sospecha.
La historia está contada de manera ágil: parte en formato teatral y parte como documento grabado. En algunos momentos, podemos ver cómo se expresa un personaje frente a la cámara y, al mismo tiempo, el resultado de la grabación. Esto genera una dualidad entre la ficción y la manipulación del relato: cómo pactan reportera y cámara para construir la historia y cómo el testimonio del padre y sus hijos se convierte, a su vez, en otra ficción.
La “textura” que quiere captar Eliseo es el colorido propio de cada persona, quizá para someterlo al criterio del público como un género más a consumir pero mostrando las sombras pero también las luces de los que aparecen ante la cámara. Sin embargo, supone un pequeño paso adelante en contraste con la política de la reportera y las emisoras de estos productos, en los que el juicio ya está visto para sentencia.
La interpretación de los cuatro actores es potente en su diferencia: el padre ha hecho lo que ha podido, y sus hijos también. No merecen el miedo que sienten al exponer su vida ante la mirada ajena, temiendo que alguien descubra que no es perfecta… pero tampoco lo es la de nadie. La autora Victoria Szpunberg, y la directora Andrea Jiménez, redimen a todos los miembros de la familia, aunque señalan que la verdadera condena está en el qué dirán y un documental puede ser un pasaporte a un infierno cotidiano, y en este caso, existe el recelo entre ellos mismos.
Contar con un actor como Albert Ribalta para interpretar al padre es un lujo: todo lo que dice suena a verdad. Esta cualidad también se aplica a Macarena Sanz, una fuerza de la naturaleza que demuestra que logrará salir adelante, muy lejana a la condena de un destino como quiere hacer ver la reportera.
Pilar Bergés da vida a la reportera, inicialmente capaz de vender, sin más criterio que el monto económico, todo tipo de trapos sucios y casquería ajena con una frialdad pasmosa. Sin embargo, la directora también la redime tras la catarsis.
Eneko Sagardoy, con su físico y su manera de actuar tan característica, encarna a un Manu en carne viva, que regresa de su travesía personal por el desierto con las heridas aún abiertas y mucho ruido interior.
Iván López-Ortega es otro actor de marcada personalidad, y Eliseo no habría encontrado mejor elección para interpretarlo. Mientras graba docudramas, sigue creyéndose un artista multidisciplinar. Se mueve por el mundo —y por el peor de los escenarios— con una mezcla de desapego e idealismo. Lo más sorprendente es que logra que el público también lo crea.
Vulcano nos recuerda que estos documentales, en su afán por crear un retrato impactante, acaban igualando y generalizando realidades complejas. No hay espacio para los matices ni para la singularidad de quienes intentan hacerlo bien a pesar de las circunstancias. La historia de Manuel y sus hijos no es la de una familia desestructurada condenada al fracaso, sino la de personas que, con dificultades, hacen todo lo posible por salir adelante. Pero en el relato mediático, la verdad rara vez importa tanto como el impacto.
Vídeo Elvira Ruiz Zurita Movimiento Natalia Fernandes Ayudante de dirección
Eva Carrera y Laura Ortega Ayudante de escenografía y vestuario Mauro Coll Piotrowski Ayudante de iluminación David Hortelano Diseño cartel Emilio Lorente Tráiler y fotografía Bárbara Sánchez Palomero Realización de escenografía Joan Soler Vidal Realización de vestuario Roger Portal Cervera
Desde que me puse delante de una cámara por primera vez a los dieciséis años, he fechado los años por películas. Simultáneamente, empecé a escribir de Cine en una revista entrañable: Cine asesor. He visto kilómetros de celuloide en casi todos los idiomas y he sido muy afortunado porque he podido tratar, trabajar y entrevistar a muchos de los que me han emocionado antes como espectador. He trabajado de actor, he escrito novelas, guiones, retratado a toda cara interesante que se me ha puesto a tiro… Hay gente que nace sabiendo y yo prefiero morir aprendiendo.
La Banda del Recodo, “la madre de todas las bandas”, aterriza en Barcelona como parte de su gira española 2025. Un encuentro con la esencia de la música banda y sus himnos más celebrados.
Primeros nombres confirmados para el Cruïlla 2026: David Byrne, Jovanotti, Pixies, Bomba Estéreo, Mishima, Two Door Cinema Club, Polo & Pan y más sorpresas musicales.
Para ofrecer las mejores experiencias, utilizamos tecnologías como las cookies para almacenar y/o acceder a la información del dispositivo. El consentimiento de estas tecnologías nos permitirá procesar datos como el comportamiento de navegación o las identificaciones únicas en este sitio. No consentir o retirar el consentimiento, puede afectar negativamente a ciertas características y funciones.
Funcional
Siempre activo
El almacenamiento o acceso técnico es estrictamente necesario para el propósito legítimo de permitir el uso de un servicio específico explícitamente solicitado por el abonado o usuario, o con el único propósito de llevar a cabo la transmisión de una comunicación a través de una red de comunicaciones electrónicas.
Preferencias
El almacenamiento o acceso técnico es necesario para la finalidad legítima de almacenar preferencias no solicitadas por el abonado o usuario.
Estadísticas
El almacenamiento o acceso técnico que es utilizado exclusivamente con fines estadísticos.El almacenamiento o acceso técnico que se utiliza exclusivamente con fines estadísticos anónimos. Sin un requerimiento, el cumplimiento voluntario por parte de tu proveedor de servicios de Internet, o los registros adicionales de un tercero, la información almacenada o recuperada sólo para este propósito no se puede utilizar para identificarte.
Marketing
El almacenamiento o acceso técnico es necesario para crear perfiles de usuario para enviar publicidad, o para rastrear al usuario en una web o en varias web con fines de marketing similares.