“Una historia para los Modlin” de Sergio Oksman o el arte de narrar lo invisible

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Una historia para los Modlin, es el resultado de que a veces el olvido, se niega a serlo, y regresa a la vigencia de la forma más insospechada

 

Este texto texto se publicó, en la Webb de Travelarte, hoy desaparecida, dedicada a orientar donde encontrar todos los placeres que pueden hacerte mas agradable la existencia, descanso, gastronomía, donde viajar, y el arte en todas sus expresiones.

Sergio Oksman, sujeta en 2013 el Goya al mejor cortometraje documental, por "Una historia para los Modlin"
Sergio Oksman, sujeta en 2013 el Goya al mejor cortometraje documental, por “Una historia para los Modlin”

La publicación daba cuenta del reconocimiento al documental de Sergio Oksman Una historia para los Modlin (2012),  en varios festivales internacionales, aún no sabia que el documental seria premiado con un Goya en 2013.

Lo escribí después de asistir a una proyección, de la que salí fascinado por su mezcla de documental, enigma, ficción, y una realidad inquietante, eran tres personas de una familia que ya habían muerto, y los objetos que acabaron directamente en la basura, eran la prueba que aparte de la fabula artística, eran un documento de su día a día.

Mas de una década después, el documental Una historia para los Modlin de Sergio Oksman no solo resiste el paso del tiempo: lo amplifica. Al releer esta crónica he decidido no reescribirla, sino acompañarla de una mirada más limpia y confiada. A veces, lo que uno siente en el momento no necesita corrección, solo reposo.

Y aquí está de nuevo: el germen de un una recreación sugerida por lo que contenía un cubo de basura dispuesta para entrar en la historia del cine documental, y que, aún hoy, sigue contándonos cosas sobre la imagen, la identidad y el deseo de ser recordado.

Elmer posando como Empalao de Valverde de la Vera para servir como modelo del cuadro de Margaret
Elmer posando como Empalao de Valverde de la Vera para servir como modelo del cuadro de Margaret

Hoy cuento con mas datos de este descubrimiento fortuito de un material que fue a caer en manos de la persona precisa; el reconocido fotógrafo Paco Gómez qué, ha ordenado, reconstruido y recreado las antiguas imágenes de los miembros de la familia Modlin. Gracias a él, conocemos que las tres personas no eran una nebulosa, vivían un cotidiano mas o menos oscuro, pero un cotidiano Elmer Modlin, trabajó en Hollywood, y quiso rehacer su carrera en España por razones que solo él sabe, su mujer Margaret Marley Modlin, fue una pintora que dedicó toda su vida a pintar escenas del Apocalipsis, y no una iluminada más allá de la obsesión vocacional, necesitaba que posaran como modelos su marido y su hijo, para recrear como Cristos empalados o ángeles, el prometido juicio final.  Nelson, el hijo de la pareja,  figuró como modelo en los book que se paseaban por las agencias de moda y publicidad de Madrid.  

Elmer Modlin posa para el Díptico "Crucifixión y Ascensión de Cristo". Años 70
Elmer Modlin posa para el Díptico “Crucifixión y Ascensión de Cristo”. Años 70
Elmer Modlin posa para los apocalípticos cuadros de Margaret, su mujer
Las fotos de Elmer Modlin posando desnudo tenían una explicación era el modelo para los apocalípticos cuadros de Margaret, su mujer

 

Nelson posa como modelo, con la misma naturalidad que posaba
Nelson posa como modelo publicitario, con la misma naturalidad que posaba desde niño para los cuadros de su madre.

Paco Gómez  siguió el rastro de la singular familia y tuvo la fortuna de completar el círculo mágico de su investigación, al encontrar en la casa de Guadalajara, donde murió trágicamente el actor, se trataba de un vídeo que Margaret y Elmer, dejaron a su hijo como legado, en que se explica el sentido de las obras de Margaret. “Cuando lo ves, lo entiendes todo”, afirma, entusiasmado.

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A la izquierda un retrato de Nelson Modlin encontrado en la basura, joven fuerte y pletórico de vida
A la izquierda un retrato de Nelson Modlin encontrado en la basura, joven fuerte y pletórico de vida

 

 Una historia para los Modlin de Sergio Oksman Texto original publicado en 2012 en Travelarte Por Luis Muñoz Díez

 

Cuando se dio a conocer el palmarés de la 14ª Semana del Cortometraje de la Comunidad de Madrid, uno de los nombres premiados fue el de Sergio Oksman, director ya reconocido por sus largometrajes La esteticién (2005) y Goodbye America (2006).

A algunos les sorprende que cineastas con recorrido en el largometraje vuelvan al cortometraje como forma de expresión. Pero yo siempre he defendido lo contrario: el corto no es un formato menor, ni un simple entrenamiento para algo “más grande”. Lo pensaba y lo sigo pensando:

 

Retrato de familia con obra
Retrato de familia con una obra de Margaret

Un director, en donde realmente se la juega, es en los espacios cortos. Plantear, desarrollar y cerrar una historia en pocos minutos requiere una habilidad especial. Por eso, el corto nunca debe verse como un paso previo, sino como una obra acabada en sí misma, al margen de la ambición de quien lo realiza.

“Nadie le discute la genialidad a Borges, Rulfo o Cortázar por escribir relatos en lugar de novelas. Y lo mismo ocurre con Chaplin, cuyos cortos siguen siendo monumentos de cine.

Ver los cortos premiados en aquella edición me reafirmó en mi edea. Pero al margen del formato Una historia para los Modlin (2012), el documental de Sergio Oksman, fue una sorpresa.

Una pieza que mezcla realidad y ficción de manera tan orgánica que se confunde con la propia naturaleza de la vida, donde —como en el cine— muchas veces es más verdadero lo que deseamos ser que lo que somos realmente, porque en ese deseo vivimos. Eso les ocurre precisamente a los protagonistas de este relato improbable: los Modlin, una familia envuelta en sombras, en afanes artísticos, en obsesiones domésticas… y en una historia que parecía destinada a desaparecer hasta que, se hizo ver donde normalmente nunca se mira.

Todo comienza en la céntrica calle del Pez, en un Madrid en ese tiempo estrecho devaluado y envejecido. Una calle estrecha, sin mucha luz, donde el fotógrafo Paco Gómez, encuentra en un contenedor un montón de objetos: fotografías, cartas, cuadros, papeles. Al mirarlos de cerca, algo le perturba: las imágenes son extrañas, teatrales. Algunas muestran a un hombre y un adolescente posando desnudos. Cartas firmadas por Henry Miller.

El hallazgo era un hecho tangible y había caído en las manos de quien lo podía valorar en su importancia Gómez, junto a su amigo Jonás Bel, empieza a investigar. La figura central resulta ser Elmer Modlin, un actor desconocido que tuvo, sin embargo, una aparición inquietante en la escena final de La semilla del diablo (1968) de Roman Polanski. Esa secuencia, donde el personaje de Mía Farrow acepta haber parido al hijo de Lucifer, me sigue pareciendo una de las más desazonaras de la historia del cine. Y Elmer estaba allí, sin frase, con rostro impasible.

A partir de ese hallazgo, Oksman construye algo más que un documental. Lo que crea es una narración híbrida, una historia que no se conforma con contar lo que fue, sino que se pregunta quiénes eran estas personas, qué deseaban ser, y qué fuerza oscura los llevó a diluirse en su propio mito doméstico.

Una sinopsis a pinceladas

Después de aparecer en La semilla del diablo, Elmer Modlin huyó con su mujer Margaret y su hijo Nelson a un país lejano. Encerrados en un piso oscuro, Margaret pintó obsesivamente escenas del Apocalipsis, con su hijo y su marido como modelos. Treinta años después, sus fotografías y objetos íntimos fueron hallados en la acera, como un rompecabezas esperando a que alguien imaginara una historia para los Modlin.”

Los tres miembros de la familia fueron los modelos para los apocalípticos cuadros de Margaret con lo que todo tenía una explicación.
Los tres miembros de la familia posaron para las fotos que guiaron a Margaret como modelos para los apocalípticos cuadros, con lo que todo tenía una explicación.

Y eso hizo Sergio Oksman: imaginar sin falsear, reconstruir sin adornar. En sus propias palabras:

“La única relación que yo tenía con esta familia pasaba por la ficción. Si nos hubiéramos ceñido estrictamente a la investigación, hubiéramos hecho un retrato acartonado. Lo importante era crear una sensación de quiénes fueron.”

“Trabajamos tres años. Hubo veinte versiones distintas. La clave fue entender que las fotos, además de imágenes, eran objetos físicos. De ahí surgió la idea de mostrar manos que las sostienen, y una voz que cuenta una posible historia, como si fuera un trilero actuando en directo.”

El resultado es hipnótico, preciso, y a la vez profundamente conmovedor.

 

La muerte y el destino

La historia se vuelve aún más oscura cuando se conoce el final real: Margaret murió, Nelson —su hijo— falleció joven, fulminado por un ataque al corazón, y Elmer, como si la tragedia necesitara una última nota, pereció en un incendio en su propia casa.

No hay símbolo más puro del olvido que, unos documentos íntimos en la basura. Pero también, en este caso, ningún símbolo más potente de la ficción como forma de resurrección.

Elmer y Margaret Modlin.
Elmer y Margaret Modlin, en una entrañable imagen de jóvenes

Os animo a ver Una historia para los Modlin. Fue reconocida con el Premio Danzante en el Festival de Huesca, premiada también en el Festival Curtas Vila do Conde (Oporto), una de las citas más importantes del cortometraje internacional. Y lo más importante: es una obra que, en menos de media hora, contiene más misterio, belleza y verdad que muchas películas de dos horas.

De Sergio Oksman, qué decir. Que sigamos teniéndole cerca. Porque seguro, que nos va a dar muchas alegrías como espectadores.

 

Título original: A Story for the Modlins Año 2012 Duración 26 min. País España Dirección Sergio Oksman Guion Carlos Muguiro, Sergio Oksman, Emilio Tomé Reparto Documental Fotografía Miguel Ángel Amoedo Compañías Dok Films Género: Documental. Drama | Cortometraje

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Luis Muñoz Díez

Desde que me puse delante de una cámara por primera vez a los dieciséis años, he fechado los años por películas. Simultáneamente, empecé a escribir de Cine en una revista entrañable: Cine asesor. He visto kilómetros de celuloide en casi todos los idiomas y he sido muy afortunado porque he podido tratar, trabajar y entrevistar a muchos de los que me han emocionado antes como espectador. He trabajado de actor, he escrito novelas, guiones, retratado a toda cara interesante que se me ha puesto a tiro… Hay gente que nace sabiendo y yo prefiero morir aprendiendo.

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