Por NACHO CABANA.
Hay una poética de los golpes en Brawl in cell block 99 de S. Craig Zahler. Y no me refiero a una estilización ni a una coreografía. En ella, su director consigue que el acto de machacar cabezas (y el sonido consiguiente) se conviertan en los versos sueltos que puntúan el retrato lleno de testosterona de un personaje que lo único que puede hacer con sus ataques de ira es dirigirlos hacia un mal menor o un bien mayor.
Zahler imprime a su segunda película un ritmo marcado y constante que puede parecer lento a los amantes del montaje frenético pero que sirve para dosificar el descenso tanto a los infiernos del protagonista como al territorio del horror del thriller carcelario en que inicialmente se inscribe.
Además, acierta el autor de Bone Tomahawk plenamente al rodar las peleas en plano general, cortando únicamente a un plano medio o primer plano cuando hay miembros que reventar, evitando así la insoportable sucesión de insertos que hacen imposible identificar quién atiza a quién en el cine de acción dominante.
Cuenta para su prodigio con un sobrio Vince Vaugh que demuestra lo buen actor que es cuando no se empeña en ser gracioso. Una película fundamental en la que, además, aparecen Don Johnson y Udo Kier.
El camino contrario a la anterior transita La Villana de Jung Byung-Gil que gasta todas sus energías en tres secuencias de acción impresionantes (sobre todo la que abre su proyección y la de las catanas motorizadas) pero que descuida el relato intermedio añadiendo registros y subtramas sin demasiado interés. En sus propias palabras Byung-Gil rodó las peleas “ como si la cámara fuera un balón de fútbol” lo que significa que el espectador va de un lado a otro a toda velocidad en un virtuosismo técnico que requeriría un segundo visionado a cámara lenta para poder ser apreciado en su totalidad.
También hay abundantes golpes de calidad en What happened to monday de Tommy Wirkola solo que en esta ocasión propinados por una excepcional Noomi Rapace multiplicada por siete. Se trata de una distopía que parte de la superpoblación para ubicar una historia bastante rebuscada que comienza planteando originales conflictos y deriva hacia un relato más convencional con grandes corporaciones como ejes del mal. Tiene, eso sí, el uso defensivo que hacen sus protagonista (s) de elementos domésticos como una plancha es genial y los efectos digitales resultan tan originales como increíbles. Un buen making of se hace imprescindible.