Pequeñas doctrinas de la soledad, Miguel Morey

Pequeñas doctrinas de la soledad, Miguel Morey

morey soledadSi encontrarse con unas líneas que ardan, en la literatura actual, tan consagrada al entretenimiento y a la producción en serie de material inofensivo, es misión casi imposible, no les digo nada lo que supone encontrarse con un libro entero consagrado a la sagrada misión de reavivar todos los fuegos posibles. Un libro que hace de la insurrección su único destino, y de la compañía de Bataille, Michaux, Artaud o Beckett su camino de acceso a la experiencia de la vida, difícilmente puede ser celebrado en exceso. Digámoslo enseguida: las “Pequeñas doctrinas de la soledad” de Miguel Morey son un banquete, una maravillosa lectura excesiva de la que es imposible salir saciado.

Asistimos, sostenidos por una tensión indecible, a un viaje del lenguaje más allá del lenguaje. A una invitación al caos como condición de posibilidad de la experiencia. A lo largo de una clara conciencia de la soledad creadora, multiplicada por el encuentro con los otros, se impugna en lo profundo el universo de la representación como sucedáneo en el que malviven los cuerpos investidos de deseo.

Y se avanza hacia la comprensión de la sociabilidad en lo convencional como verdadero lugar de la estafa. Sin pathos de la distancia no hay algo así como un centro desde el que poder construirse. Nos vivimos tan sólo como partes del engranaje que garantiza la inagotable circulación de los flujos de mercancía. Comprar y vender. Me gusta. Te sigo. Sígueme. Como decía Beckett, y Morey se encarga de recordarnos :

“Es una simple cuestión de voces, digo lo que se me dice que diga, esperando que un día se cansarán de hablarme (…) ¿Creen que yo creo que soy yo quien hablo? También esto es cosa de ellos.”

Pero Morey no cae en la tentación del solipsismo. Su soledad no es aislada. Es una soledad profundamente comunicativa que encuentra su máxima expresión en la necesidad de destrucción de los espacios autoritarios con la intención de liberarlos para el encuentro. George Jackson lo dijo admirablemente: “Puede que esté huyendo, pero a lo largo de mi huida, busco un arma”

Es urgente y necesario reconquistar la soberanía. Desbrozar el terreno para ser reyes en la intemperie. Destruir con Artaud a los supuestos guías:

“Aquí es donde se rebela toda mi fisiología dado que no veo que haya en el mundo una cosa a la cual se pueda ser iniciado. Cualquier experiencia es resueltamente personal y la experiencia de otro no puede servir fuera de él a cualquiera bajo pena de crear estas sórdidas polvaredas del alter ego que componen todas las sociedades vivas y donde todos los hombres son hermanos en efecto porque asaz cobardes, asaz poco atrevidos para aceptarse cada uno como surgido de otra cosa que no sea un mismo e idéntico coño”

O en palabras de Bataille:

«Llamo experiencia al viaje al extremo de lo posible del hombre. Cada cual puede no hacer este viaje pero, si lo hace, ello supone negadas las autoridades, los valores existentes que limitan lo posible. Dado que es negación de otros valores, de otras autoridades, la experiencia con su existencia positiva se convierte positivamente en el valor y la autoridad.»

Si a estas alturas no piensan salir disparados a por el libro creo sinceramente que lo suyo tiene muy mala pinta.

Pequeñas doctrinas de la soledad, Miguel Morey, Sexto Piso:2015

Autor

Javier Cristóbal es madrileño, psicólogo disidente y profesor de Integración Social. Ha publicado los libros "Genealogía de lo Imposible" (Vitruvio), "Feroces de Pensamiento" (Vitruvio), "La hospitalidad de la intemperie" (Amargord) y "Heterotopías" (Amargord).

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