Nueva vida en Nueva York, de Cédric Klapisch

Nueva vida en Nueva York, de Cédric Klapisch

nueva_vida_en_nueva_york_27575Una historia de fugas ¿a la carrera? podría decirse de esta tercera entrega, Nueva vida en Nueva York de Cédric Klapisch, de la trilogía que empezó con Una casa de locos (2002) y continuó con Las muñecas rusas (2005). Amigable y entretenida comedia romántica con toques bien medidos de drama que nos narra los tropiezos y aciertos de Xavier Rousseau (Romain Duris) ya cuarentón.

Las aventuras de Xavier y sus amigos, generación Erasmus, que comenzaron en Barcelona con Una casa de locos, se posan en Nueva York para dar forma a la conclusión, aparente, de los meandros de un cierto río de la vida, que parece desembocar en un delta algo pantanoso.

Xavier y sus amigas, en esta película, las tres mujeres que han marcado su juventud y atisbos de madurez. Wendy (Kelly Reilly), Isabelle (Cécile de France) y Martine (Audrey Tautou). Con hijos, que no falten, para cubrir de redondeces el redondo mundo que habitan estos ejemplares generacionales.

Los personajes principales están bien trazados y sustentados por una buena interpretación. Se nota la predilección del director por el personaje de Xavier. Narrada en primera persona por éste, la película transcurre con dignidad y cierta placidez interior que, desde luego, evita las honduras dramáticas.

Isabelle se fuga, embarazada, y tras ella, en sucesión aparentemente inconexa parte Wendy con sus hijos, abandonando a Xavier quien, a su vez, se mueve a Nueva York. La última en fugarse, y en buena hora para cerrar el círculo, es Martine.

Nueva York alfa y omega vital de una generación, algo perdida por no decir más, que transita este principio de siglo como titular de la carrera de relevos vital que se establece entre las diferentes generaciones. Pero que parece no sentirse muy a gusto en el papel protagonista. Da la impresión, a veces, de ser una generación dimisionaria, aunque como no tiene en quien descargar el bulto, mira para otro lado y se mueve de costado.

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Romain Duris en «Nueva vida en Nueva York», de Cédric Klapisch

Así, Xavier, relator de una expedición del Viejo al Nuevo mundo, parece lanzar a las nubes internáuticas una desesperada botella en forma de apuntes para una novela que, pese a todo, se está escribiendo.

El hilo umbilical entre lo viejo y lo nuevo lo tienden las conversaciones vía Skype con su editor de París, quien no ceja en el empeño de hacerle ver las diferencias entre la vida y la novela. De una forma algo pomposa, lógica puesto que pertenece a una generación mayor y por tanto poco respetada por los erasmus.

La acción discurre entre Brooklyn, Manhattan y Chinatown unidas entre sí por el tubo del metro. Esa escasa profundidad es toda la que alcanza esta película en su devaneo sentimental y a ratos amoroso, pero con poco sexo, de la vida de este cuarteto protagonista y sus satélites.

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Nueva vida en Nueva York, de Cédric Klapisch

El barrio chino, los chinos, desempeñan un gran papel en esta visión, un tanto crepuscular, a pesar suyo, de la civilización occidental contemporánea. El título original (El rompecabezas chino) alude al engranaje de esta maquinaria fílmica que precipita la sucesión de acontecimientos que intenta cabalgar el relator Xavier. Aquí aparece Nancy (Li Jun Li), la esposa china.

Las desgracias de la vida moderna, podría titularse cualquier folletón de la época que transita Arsène Lupin, otro de los éxitos encarnados por Romain Duris, asimismo protagonista de La espuma de los días, otro memorable éxito del cine francés.

De Audrey Tautou recordamos la inolvidable Amélie y, más recientemente, también su protagonismo de L´écume des jours, y su reseñable actuación en Thérèse Desqueyroux.

Nueva vida en Nueva York es una agradable película, de visionado directo y sin retorcimientos pero de la que no podemos esperar más que el trazo confiable y seguro de unos personajes de hoy en día que todavía, y por muchos años, no han dicho su última palabra.

Nueva vida en Nueva York (Casse-têtes chinois) (2013) de Cédric Klapisch, se estrenó en España el 15 de mayo de 2014.

Autor

Soy José Zurriaga. Nací y pasé mi infancia en Bilbao, el bachillerato y la Universidad en Barcelona y he pasado la mayor parte de mi vida laboral en Madrid. Esta triangulación de las Españas seguramente me define. Durante mucho tiempo me consideré ciudadano barcelonés, ahora cada vez me voy haciendo más madrileño aunque con resabios coquetos de aroma catalán. Siempre he trabajado a sueldo del Estado y por ello me considero incurso en las contradicciones que transitan entre lo público y lo privado. Esta sensación no deja de acompañarme en mi vida estrictamente privada, personal, siendo adepto a una curiosa forma de transparencia mental, en mis ensoñaciones más vívidas. Me han publicado poco y mal, lo que no deja de ofrecerme algún consuelo al pensar que he sufrido algo menos de lo que quizá me correspondiese, en una vida ideal, de las sempiternas soberbia y orgullo. Resido muy gustosamente en este continente-isla virtual que es Tarántula, que me acoge y me transporta de aquí para allá, en Internet.

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