“Leonora” de Alberto Conejero

Categoría:

En la imagen la actriz Natalia Huarte, que encarna  a Leonora Carrington, en Leonora con texto y dirección de Alberto Conejero, el texto está publicado como “poema dramático” o “monólogo poético” por la editorial Pepitas de Calabaza ©Susana Martín

No hay duda: el arte puede redimir de la locura a quien la vida cotidiana no le basta. Tampoco la hay en que cualquier manifestación artística es, en esencia, una prueba de amor: amor hacia nuestras pasiones o hacia la valentía de enfrentar nuestros demonios más oscuros.

Se dice que solo vemos lo que previamente hemos coloreado en nuestro cerebro. Bajo esa teoría, los artistas —neorrealistas, abstractos o surrealistas como Leonora— están dotados para percibir una realidad que a los demás nos permanece oculta.

El señor Carrington, padre de Leonora, nunca quiso o no supo reconocer esas sensibilidades que germinaban en su hija. Para él no podían tener otro nombre que locura. Y, sin embargo, ¿qué hay más excéntrico que un inglés convencido de su propia cordura? Menos mal que Leonora contó con su madre, que sí supo intuir el camino interior de la niña.

El lienzo antes de ser pintado en este caso por Natalia Huarte como Leonora @TarántulaCultura

Cuando ya estamos acomodados con la luz de sala y de escenario encendidas, una mujer joven atraviesa la puerta de entrada. Nos señala el escenario iluminado, lo compara con un lienzo en blanco, y añade que, en cuanto ponga un pie sobre él, su sola presencia dará inicio al proceso pictórico. Al final, promete dejar su firma en pequeñito, en un lado. La imagen conecta con la autoría humilde frente a la inmensidad de la obra.

Todos sabemos quién es. El programa —una fotografía en tamaño folio— nos lo recuerda: es Natalia Huarte, la actriz que, con voz clara y cuerpo delicado, nos abre la puerta a la vida de Leonora Carrington, la pintora y artista inglesa que fue declarada loca por su padre, y que se atrevió a desobedecer, huir y reinventarse.

Leonora nació en 1917, en una familia aristocrática inglesa de ascendencia irlandesa. Rebelde desde niña, su padre intentó domarla enviándola a Florencia, a un colegio donde se formaban señoritas para la alta sociedad. Para ella, sin embargo, aquel destino fue abrir de par en par las ventanas del arte. Su madre, cómplice, le regaló un catálogo de pintores surrealistas que la condujo hasta París, donde conoció a los grandes nombres del movimiento. Entre todos, eligió a Max Ernst, pintor alemán, veinte años mayor, casado y con una vida excéntrica, común a los artistas de su corriente. Para su padre, aquello era una prueba más de su evidente desequilibrio. A Leonora nada de eso la detuvo: juntos compartieron vida y creación hasta que la guerra los separó.

El avance nazi llevó a Max Ernst a prisión y a Leonora a España, donde su padre ordenó ingresarla en un psiquiátrico de San Sebastián. Allí fue tratada con inyecciones de Cardiazol, un fármaco que provocaba convulsiones violentas, a menudo con fracturas, bajo la idea peregrina de que esas crisis podían “resetear” el alma. Su padre, en su desvelo por mantenerla lejos, pensó enviarla a otro centro en Sudáfrica, pero ella logró escapar, llegó a Lisboa y se casó para poder embarcar hacia México, el país donde finalmente echaría raíces y donde levantaría una obra de proyección internacional.

Ese itinerario de encierros, fugas y renacimientos interesa profundamente a Alberto Conejero, que elige detenerse en el filo de ese tránsito: desde la entrada en España hasta el embarque rumbo a México. Suspende a Leonora en un territorio incierto, entre la partida y la llegada, en un instante en el que todavía es una mujer joven, desconocida, marcada como enferma mental, pero capaz de romper cadenas. Es la elección de un momento decisivo: el instante en que el viaje abre la posibilidad de que surja otra Leonora.

En este monólogo, escrito y dirigido por él mismo, la prosa de Conejero es cristalina: limpia, transparente, como la voz de Natalia Huarte, que nos narra una historia turbia, llena de violencia y destierros. Esa nitidez se vuelve aún más potente en contraste con la oscuridad de lo contado.

 La puesta en escena es mínima y precisa. La iluminación de Leticia L. Karamazana cae como haces de luz verticales, delimitando espacios de memoria y fuga. La música y el espacio sonoro, firmados por Luis Miguel Cobo, funcionan como pinceladas que marcan la dramaturgia: un compás señala el deslumbramiento en Florencia; otro, la ironía en el baile cortesano donde Leonora se atreve a decir que ha visto grullas con mejor cara que el propio rey, o la aguja con el Cardiazol entrando en su brazo para inyectarle una medicación que solo podía enturbiar su claridad. Todo está medido, todo respira en armonía como la narración.

Hace poco escribía: Alberto Conejero insiste en redimir a quien se ve obligado a fingir… pero con Leonora no lo hace, porque ella no finge. Leonora nunca fingió: pagó con encierros, con diagnósticos, con violencia, la libertad de ser quien era.

Y aquí radica el acierto del montaje: en su depurada estilización, en la calidad de un texto que ilumina, y en la entrega de Natalia Huarte, que imprime vigor y vigencia al personaje. Con ella, Leonora no es solo un eco del pasado, sino una presencia que arde, incómoda y viva, en nuestro presente.

En la imagen la verdadera Leonora en el libro de Alberto Conejero publicado en la editorial Pepitas de Calabaza
En la imagen la verdadera Leonora en el libro de Alberto Conejero publicado en la editorial Pepitas de Calabaza

Teatro del acantilado “Leonora” se estrenó, el 10 de octubre en Conde Duque de Madrid / Texto y Dirección: Alberto Conejero / Interpretación Natalia Huarte / Música y espacio sonoro: Luis Miguel Cobo / Diseño de iluminación: Leticia L. Karamazana

Producción ejecutiva Kike Gómez / Ayudante de producción: Laura Rozalén /Mirada externa de espacio escénico: Pablo Cháve / Asesora de movimiento: Luz Arcas

Diseño de vestuario para fotografías: Yaiza Pinillos / Maquillaje y peluquería para fotos: Irene López Pachón /  Firma audio visual “Leonora Carrington” Albert Coma Fotografías y video: Susana Martín

Compartir este artículo

Facebook
Twitter
WhatsApp

Nuestras Redes Sociales

Libro del mes

Picture of Luis Muñoz Díez

Luis Muñoz Díez

Desde que me puse delante de una cámara por primera vez a los dieciséis años, he fechado los años por películas. Simultáneamente, empecé a escribir de Cine en una revista entrañable: Cine asesor. He visto kilómetros de celuloide en casi todos los idiomas y he sido muy afortunado porque he podido tratar, trabajar y entrevistar a muchos de los que me han emocionado antes como espectador. He trabajado de actor, he escrito novelas, guiones, retratado a toda cara interesante que se me ha puesto a tiro… Hay gente que nace sabiendo y yo prefiero morir aprendiendo.

Nuestras últimas publicaciones

Actualidad
Nacho Cabana

SITGES 2025: “Together”, “La hermanastra fea”, “Good boy”.

El primer fin de semana de Sitges 2025 deja tres títulos clave: “Together”, el sorprendente “horror feel good” de Michael Shanks; “La hermanastra fea”, una cruel reinvención de “La Cenicienta” firmada por Emilie Blichfeldt; y “Good Boy”, el audaz relato de terror contado desde la mirada de un perro. Y la Zombi walk.

Leer Más »