Por NACHO CABANA
La Malinche es una mexicana afincada en Barcelona que hasta a fecha solo ha publicado un LP Hija de la tierra y ha firmado algunas canciones del manifiestmente mejorable narcothriller El mal que hacen los hombres de Ramón Térmens.
De la banda sonora de este film no sonó ninguna canción el viernes pasado en el Harlem Jazz club, pero sí todo el primer larga duración de La Malinche al que se sumaron un buen número de versiones de temas mexicanos muy populares.
Comenzó la actuación la solista a ataviada con numerosas plumas en su pelo y tocando un pandero mientras entonaba Hija de la tierra, precisamente el último tema de Nada te debo, con raíces más indígenas de lo que luego seria el grueso de su setlist; más cercana (para entendernos) a Lila Downs que a Julieta Venegas. Tras éste ya se incorporó el resto de cuarteto (claramente jazzístico) que le acompañaría, entre tragos de tequila salido de una oportuna petaca y del que solo disfrutaron las primeras filas, el resto de la actuación.
La principal aportación de Pep Lladó en el directo fue precisamente incorporar a las canciones de las que es autor y productor unas improvisaciones al piano muy propias del latin jazz que trasladaron a las inequívocamente composiciones un aire diferente al del disco y poco habitual de escuchar mezcladas con la tradición musical del país norteamericano. Exactamente en la misma línea y con idéntica inspiración y soltura estuvieron las aportaciones de Reyes al violín quien dialogó con soltura tanto con Lladó (se repartieron cortésmente los solos) como con la poderosa voz de La Malinche. Funcional David Torras al bajo y algo perdido Rubén Carmona en la batería.
Particularmente afortunada en este sentido fue la reinterpretación de Canta negrita y A besitos, un “melocotonazo” tan divertido como bailable al igual que el que da nombre al disco y Por los amigos. Respecto a las versiones, La Malinche dedicó Rata de dos patas a los políticos mexicanos salientes ahora del gobierno para dar paso a AMLO; cantó la mayor parte de La llorona en un idioma prehispánico (no pillé cuál) y dio a El Colás el ritmo que el tema requiere.
La Malinche tiene una gran presencia escénica aunque debería recurrir menos a la participación del público (o al menos tardar más en hacerlo); se desgarra lo requerido en temas como Basta ya y supo contagiar a la banda y al respetable de la alegría que ella tenía en verse en tan mítico escenario.
Lástima que la organización tuviera a bien poner sillas, ya saben cuánto se corta la gente en levantarse y bailar cuando tienen donde apoyar las posaderas.