En el reparto coral podemos ver como Frondoso -Pascual Laborda-, solo a la derecha, mira a Laurencia –Cristina Marín-Miró-, en el centro en Fuenteovejuna de Lope de Vega con versión de María Folguera y dirección de Rakel Camacho para la Compañía Nacional de Teatro Clásico ©Pablo Lorente
Laurencia es la sentencia: no perdón, sino dignidad en Fuenteovejuna
El suceso que inspira la obra ocurrió en Fuenteovejuna, un pueblo de Córdoba, en 1476, durante el reinado de los Reyes Católicos. Los vecinos se rebelaron contra el comendador Fernán Gómez de Guzmán, representante de la Orden de Calatrava, y lo asesinaron colectivamente por sus abusos. Cuando fueron interrogados y torturados, todos respondieron lo mismo: “Fuenteovejuna lo hizo”. Ante la imposibilidad de hallar un culpable único, los Reyes finalmente concedieron el perdón al pueblo.
Lope de Vega escribió su versión en 1619, más de un siglo después. Embelleció y exageró los hechos: convirtió al comendador en un villano casi caricaturesco, acentuando su corrupción y sus excesos, y dio gran protagonismo a personajes femeninos, en especial Laurencia, cuyo monólogo central es suficiente para convocar a la rebelión. Introdujo además escenas y diálogos inexistentes en las crónicas, pero necesarios para convertir el suceso en un drama colectivo y heroico.

La vigencia de Fuenteovejuna no está en el perdón real, sino en la sublevación popular y, sobre todo, en la voz de Laurencia, que anticipa la justicia y la libertad frente al tirano, resonando como eco de revoluciones posteriores. Ese discurso es el gran núcleo moderno de la obra: una mujer que no acepta sumisión, que dinamita la autoridad paterna y que levanta a todo un pueblo en nombre de la dignidad. Lope, sin embargo, devuelve el relato al cauce ortodoxo con el perdón de los Reyes Católicos, reforzando la idea del poder divino de la monarquía. Pese a ello, la decisión de personajes como Leocadia de no aceptar reparación matrimonial y elegir la dignidad propia marca un paso de gigante: la justicia no está en la obediencia, sino en la libertad del pueblo y en la voz insobornable de la mujer.

La versión dirigida por Rakel Camacho, sobre dramaturgia de María Folguera, devuelve la obra a la tierra y al cuerpo. Es una puesta en escena tribal, étnica, telúrica, que huele a sudor y sangre. La música mestiza de Raquel Molano, Pablo Peña y Darío del Moral se funde con la coreografía poderosa de Sara Cano, que convierte al elenco en un cuerpo colectivo, a la vez bestial y ceremonial. El trabajo de escenografía de Mónica Borromello y el vestuario de Rosa M. García Andújar construyen un paisaje atemporal de lana, palos y cencerros que devuelve la historia al campesinado, en contraste con la sofisticación casi divina del comendador y de los Reyes. La iluminación de Pilar Valdelvira es un trabajo primoroso: dura e inclemente para marcar la violencia, pero también capaz de crear atmósferas de lirismo y contraste entre la tierra y los palacios. Todo ello compone un espectáculo total, donde cada elemento artístico se entrelaza con la misma precisión con que el pueblo se mueve en escena.

En cuanto al reparto, el comendador encarnado por Chani Martín es un villano de cómic, soberbio y brutal, que provoca inevitablemente el deseo de rebelión. Esteban, el alcalde interpretado por Jorge Kent, representa la voz oficial del pueblo, aunque insuficiente a ojos de su hija, pues remite la justicia a Dios y a los Reyes, mientras Laurencia exige defensa inmediata. Frondoso, interpretado por Pascual Laborda, es el pretendiente valeroso que, al arrebatar el arma al comendador para salvar a Laurencia, acepta una condena casi segura: un héroe que se mide en la acción y no en la ausencia de miedo. Ese mismo matiz se despliega en Mengo, a cargo de Alberto Velasco, quien encarna al verdadero valiente: aquel que, aun temiendo, se enfrenta y resiste. Y por encima de todos está Laurencia, interpretada con fuerza por Cristina Marín-Miró, que rompe con la tradición de las mujeres ultrajadas del Siglo de Oro: no se retira a un convento ni acepta la reparación matrimonial, sino que en su monólogo convoca la justicia, la acción y la dignidad.

Si la función no fuera la obra de Lope, debería terminar en ese monólogo de Laurencia, un estallido de rabia y verdad que concentra la vigencia de la obra: ahí está la justicia, no en el perdón concedido desde arriba. Ese clímax, coral y femenino a la vez, es el verdadero desenlace moderno de Fuenteovejuna. Sin embargo, el respeto al texto obliga a concluir con el perdón de los Reyes Católicos, que devuelve la justicia al cauce ortodoxo de la monarquía como poder divino. Más que una reparación, ese final es un gesto de condescendencia: el pueblo no recibe la razón, sino la absolución. Pero lo que permanece es otra herencia: la certeza de que la dignidad popular, encarnada en Laurencia, y no la clemencia regia, es lo que sigue resonando con fuerza insobornable en la escena contemporánea.

El 2 de julio de 2025 La Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) estreno Fuenteovejuna en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro
Fuenteovejuna – Madrid del 25 de septiembre al 23 de noviembre en Teatro de la Comedia
Autor: Lope de Vega / Versión María Folguera / Dirección Rakel Camacho /Producción Compañía Nacional de Teatro Clásico
Escenografía: Monica Borromello / / Iluminación: Pilar Valdelvira / Vestuario Rosa M. García Andújar Dirección musical: Raquel Molano / Composición musical: Pablo Peña y Darío del Moral / Coreografía Sara Cano Lucha escénica: Kike Inchausti /Asesor de verso Chelo García / Ayudante de dirección / Marlene Michaelis y Pablo Martínez Bravo / Ayudante de escenografía Mauro Coll / Ayudante de iluminación Marina Cabrero /Ayudante de vestuario Rosa Rocha / Especialista en heridas y sangre: Lolita
Reparto:
Pedro Almagro: Rey / Juez / Pueblo. Mikel Arostegui Tolivar: Ortuño. Lorena Benito: Inés. Carmen Escudero: Olalla. Mariano Estudillo: Maestre / Pueblo.Cristina García: Pascuala. Jorge Kent: Esteban. Pascual Laborda: Frondoso.Vicente León: Juan Rojo. Lucía López: Sebastiana. Cristina Marín-Miró: Laurencia. Chani Martín: Comendador. Eduardo Mayo: Florez. Nerea Moreno: Reina Isabel Jueza y pueblo. Laura Ordás: Gila. Jaime Soler: Huete Barrildo.Fernando Trujillo Cuadrado / Cimbranos. Adriana Ubani Jacinta. Alberto Velasco Mengo



