Por NACHO CABANA
“Bienvenidos a los 80” anuncia una voz en off apenas la luces se acaban de apagar y antes de que suba el telón del Teatro Tívoli de Barcelona en el que aparece un gigantesco y brillante logo de la película Flashdance (1983). Estamos ante el estreno en España de un musical basado en el largo de Adrian Lyne de 1983, original de Tom Hedley y Robert Cary (libreto) y Robbie Roth (música) que se estrenó en Plymouth, Inglaterra, en 2008 y luego pasó al West End londinense.
Se trata, por supuesto, de intentar aprovechar que los espectadores adolescentes que vieron la película en su momento y que ahora están más cerca de los cincuenta que de los cuarenta acudan (como hicieron hace un par de temporadas con Dirty dancing) a rememorar en vivo temas y coreografías tan míticas como Maniac o What a feeling.
El espectáculo tiene varios números bastante buenos a pesar de estar (como tantos en nuestro país) sobrecoreografiado. Es estupendo el Justicia que Sam Gómez (justo de voz pero utilizando espléndidamente sus recursos) hace en el primer acto y fantástico también el dueto romántico que mantiene con Alex durante su primera noche de amor. Una escena esta última donde el movimiento de los personajes subraya con acierto las intenciones del texto.
Las secuencias en el club de striptease son algo más convencionales pero tan eficaces como el Maniac inicial y, sobre todo, el reprise de este tema con el que se cierra el primer acto (a pesar de que el famoso cubo de agua que mojaba a Jennifer Beals en la película caiga aquí a un lado de la protagonista, ahorrándose peluquería y maquillaje el trabajo de secar y volver a poner presentable a la actriz durante el entreacto). Un buen trabajo, en conjunto, el de Vicky Gómez como coreógrafa.
Al ya citado Sam Gómez (que en el apartado interpretativo defiende con entereza su personaje) se suma la cubana criada en España Chanel Terrero, maquillada como un cruce entre la actriz del original cinematográfico y Beatriz Luengo. Terrero está excepcional en los apartados de voz y baile (admirable la velocidad con que se cambia de vestuario) y algo más justa en interpretación.
Mejor en este segundo aspecto se encuentra Clara Alvarado como Gloria, que hace bien el supporting a la actriz principal y no teme pasar a primer plano cuando su subtrama lo requiere. Fantástico Miguel Ramiro como C.C; correcta Olga Hueso como Hannah y cargante David Ávila como Jimmy, prescindible alivio cómico.
Todos ellos tienen, en la parte dramática, que lidiar con unos diálogos muy mediocres, llenos de chistes fáciles que en (afortunadamente pocas) ocasiones rompen por completo la lógica espacio-temporal de la historia. Si estamos en el Pittsburg de los años 80… ¿qué diablos pintan entonces las alusiones a Eugenio, la Pantoja etc?.
La escenografía, basada en varias escaleras metálicas y estructuras de metal polivalentes y móviles, es ágil, está muy bien aprovechada y crea rápidamente los diferentes espacios que reclama la historia y los bailes. Es muy bonito el momento en que las luces principales apuntan al proscenio mientas los diferentes módulos cortan los haces de luz. No es de recibo, sin embargo, el recurso a retroproyecciones de diapositivas en las pantallas traslúcidas para ambientar diferentes decorados. No solo porque con las luces encendidas se vean mal sino porque, en tiempos de pantallas de Ultra HD y mapping, evidencian innecesariamente una falta de recursos que no existe en otros aspectos del show.
JC Storm (seudónimo del español Juan Carlos Orihuela) maneja el conjunto con claridad expositiva (la que no tenía, por ejemplo, Dirty dancing) y sentido del ritmo: no hay escenas largas ni otras que se queden cortas, todo fluye y es mérito suyo.
Un espectáculo, en suma, mejor de lo esperado y que, para ser realmente el viaje a los 80 que se promete en su inicio, debería cambiar por completo tanto el vestuario que lucen actores y cuerpo de baile (ni las camisas estampadas ni los jerseys y calzones de colores son característicos de la década en la que supuestamente se desarrolla la historia) como el peinado de estos.
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