No soy lo que soy, soy lo que hago con mis manos.
Louise Bourgeois
Entramos a una sala, que según vaya pasando la función nos daremos cuenta que está magníficamente iluminada para acompañar a la obra, y nos encontramos a una mujer agazapa de un rincón. La mujer luego se desplazará al centro con movimientos elegantes. Lleva un suntuoso traje de fiesta y con una mezcla de inocencia y nervios habla a un ente, no presente, que al principio de la historia es una especie de director de casting. Ahora ella es una actriz.
También una proyección de la mujer corriendo con su vestido azul sobre una meseta nevada. Al final sangre y un trozo de carne colgado de un árbol.
Parece que nada será lo que aparenta.
La mujer relata mientras hace la prueba. Se reafirma en quién es: Anna, me llamo Anna.
Pero sus manos a veces cuentan historias diferentes de lo que su voz y sus palabras nos muestran. Esas manos, esos brazos que acciona y que nos hacen pensar que detrás del discurso habitual en un casting subyace otra cosa, algo obscuro, algo que la atormenta y que agarrota sus músculos. Tal vez un recuerdo del que huye o tal vez un pasado o presente que genera una ruptura entre lo real y lo ficticio.
Las manos como elemento disociado del cuerpo, las manos como ramas de un árbol, las manos que aman y que matan.
Destacar las manos, el movimiento, y todo aquello que contiene el cuerpo y la voz versátil de Irene Galán. Una actuación que encierra un grado de tensión actoral en su máximo extremo, ya que los giros de este personaje tan complejo, que nace del la mano del joven escritor Arturo Babel (Arturo Sánchez Velasco), son de una sutileza y desequilibrio repleto de contenido. Trabajar como equilibristas en lo desequilibrado es una propuesta de gran riesgo.
El equilibrio y el desequilibrio es una trampa mortal para el personaje que va a golpes indagando en su memoria a través de lo que ha comenzando siendo una actriz inocente sometida al juicio de su seleccionador, hasta virarse en una fiera que no puede escapar a su designio de sangre.
Una dote por la que no puede escapar de la carga de sus progenitores en cada musculo de su frágil cuerpo y que justifica, ama y detesta. Todo a la vez. Esto necesita varios respiros que a veces no se dan en la obra.
Lo poético, lo trágico poseen el cuerpo de la mujer que está en escena moviéndose al son de un texto rítmico marcado por la dirección de Darío Sigco, un texto envuelto con un espacio sonoro delicioso y acertado con la desolación, frialdad y sentimiento de culpa que lleva implícita la historia.
La iluminación y la música son complementos directos y perfectos en esta obra. Luces y sombras, serenidad teñida de algo turbio que empaña la primera parte y que se muestra al final. Fantasmas de lo que es el personaje y que hablan por encima de ella.
«Fin.Landia» es una obra intensa con un lectura compleja y a la vez de una gran belleza plástica, auditiva e interpretativa. Es un juicio sin juzgar, es enfrentarse de golpe a los crímenes que arrastramos la humanidad que han pasado desapercibidos en nuestra memoria. Es el porqué del fin de la tierra. Es un canto poético al dolor y a la subyugación, a veces difícil de digerir.
Fin-Landia corta y hiere sin que te vayas dando cuenta, desarrollando una historia sobre la memoria, la culpa, la herencia que arrastramos, la buena, la mala y de repente sientes ese charco de sangre sobre la inmaculada nieve.
Titulo: «Fin.Landia»/ Autor: Arturo Babel (Arturo Sánchez) /Director: Darío Sigco/ Interpretes: Irene Galán / Video: Paula Piñón y Elisa Méndez/ Arte: Victoria Blasco.
La Nao 8, C/La Nao 8
Todos los jueves de abril y mayo de 2015 a las 22h
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