“El hueco de la mano”, este maravilloso artefacto de papel y tinta que sostengo en el idem, y en el que estás a punto de internarte, es el fruto de una felicísima serie de coincidencias. Por un lado, una cantante comprometida y honesta no puede parar de hacerse ciertas preguntas. Dos premios Mercury y unas cuantas nominaciones a los Grammy todavía no han sido capaces de acabar con ella. Por otro, un fotógrafo con el instinto afilado está dispuesto a viajar con la musa postpunk por zonas incómodas, y, para rematar la faena, una editorial hispano-mexicana que pone un cuidado casi reverencial en la confección de su catálogo se ocupa de la edición española. Así las cosas, PJ Harvey, Seamus Murphy y Sexto Piso acaban por configurar un trabajo que rezuma verdad, sostenido tanto por los versos áridos de Harvey, como por el asombro agazapado en el objetivo de Murphy.
Este poema, que abre “Afganistan”, bien podría ser el momento en que las circunstancias empezaron a confabularse.
El mono naranja
Un desasosiego se adueñó de mi mente,
y preguntas que no pude contener.
Un mono naranja encadenado
en un camino sombrío y abrupto
me dijo que para entender
tenía que viajar hacia atrás en el tiempo.
Tomé un avió a un país extraño
y dije: Voy a escribir lo que encuentre.
Bajo las baldas escarpadas de una montaña
cubierta de nieve y sombras
placas verticales apuntando hacia sí
el dolor de cincuenta millones de años
y mulas y cabras corriendo libremente.
Un caos feliz siguió
y viejos y jóvenes sonrieron,
y trabajaron hasta que el día terminó.
Mandas de perros color arena
caminaban por calles que parecían zonas de obras,
pero los montones de piedras, polvo y esmog
no pudieron bloquear una luz distinta.
Cuando regresé corrí para encontrar
al mono, pero su rostro había cambiado.
Estaba de pie frente a mí sobre dos patas.
El camino era ahora una carretera.
Y el camino es Kosovo, Afganistan y Washington DC. Los arrabales de la devastación y el centro neurálgico del Imperio. La metrópoli y las colonias. Polly Jean recoge palabras mientras Seamus hace su particular cosecha de fotografías. Experiencias que se codifican por medios distintos, pero que colaboran, en último término, en el propósito común de la revelación. El revelado de las imágenes que se presentan a la mirada y el revelado de los fragmentos de verdad que sólo puede iluminar, aun de un modo insuficiente, el lenguaje. Viajes centrífugos y centrípetos que depositan en el lector el grano oscuro y húmedo de la experiencia.
El cuarto de visitas
Una paloma gris rodea las ruinas.
Un avión se dirige a la base.
Un niño le canta al pájaro.
Lleva un bidón de gas azul.
¿A dónde voy?
No tengo hogar
Tenía un lugar
pero llegaron visitas
y se quedaron.
¿A dónde voy?
Él nos guía por la aldea.
Un gallo. Un montón de zapatos
fuera de una puerta encortinada.
Nos sentamos en cojines naranjas.
Los niños nos traen té y pan.
Ojalá hubiéramos traído regalos.
Espero que sepamos cuándo irnos.