Ferviente Compañía, nos presenta El Banquete. Un montaje en positivo en tono de comedia, que se basa en la idea del celebre discurso platónico, del mismo título. Cuenta con un texto tan eficaz como refrescante de Tony Galán, y está dirigida de igual manera por Adrián Pulido, demostrando que la filosofía no es una señora que vive en una vitrina acumulando polvo, si no, que, es algo que nos afecta a todos, y en todo momento.
La obra de Platón, y la función que nos presenta La ferviente compañía, coinciden en que una está escrita para ser leída con atención, porque es oro molido, y la función, aunque es mas ligera, hay que verla por la frescura con la que está representada.
Tampoco nos vale como referente el diálogo platónico que, es un pilar, tanto como obra literaria como filosófica. No teman, no voy a cometer el acto de prepotencia de simplificarlo en unas líneas. “La Ferviente” tampoco lo han hecho, porque sería párvulo para el erudito, y a quien no, podría liarle sin necesidad, por lo que voy a ceñirme, lo más posible, a la función.
En la pieza se representa como Apolodoro se empeña, en recrear, la reunión tal y como fue, y perpetuar el sentido exacto de las palabras dichas en el famoso Banquete, al que él no asistió, para ello quiere reconstruir un puzzle, con los testimonios de los que asistieron.
Primer error, porque tanto la percepción como la memoria, son caprichosas. Siguiendo con su vehemente empeño, intentará poner en pie la reunión con cuatro actrices y un actor, en un juego meta teatral. Ajeno a que cualquier hecho cuantas más veces se narre, más se aleja del hecho en sí, dado que en cada repetición se va narrando con su otra lectura, haciendo al último dueño del relato.
Pero el frustrado ensayo de Apolodoro, en que hace repetir una y otra lo hecho y lo dicho a sus actores, en busca de lo de natural es inexorablemente irrecuperable. Se convierte en la clase que no se pudo dar, y resultó ser en la que más se aprendió, en la que actores y director van dejando fluir la cadena de asociaciones de ideas que les permitirá llegar a sus propias conclusiones.
Los diálogos de la pieza están escritos e interpretado con mucho desparpajo, y lograrán poner en pie su propio discurso en su vigencia espontánea del aquí y ahora. Se plantearán la necesidad instintiva de algunos por obtener fama y el poder, lográndolo por su belleza, inteligencia, o por la credibilidad de la elocuencia.
En los albores de la humanidad, ya buscaban la trascendencia, por medio del legado del arte. Porque una vez logrados los empeños en la tierra, anidamos una necesidad de posteridad sobre nuestra propia muerte, con una imperiosa necesidad de ser recordados. Lo que no, es más, que el miedo a no ser, y que nuestra fugaz existencia haya tenido la misma vigencia de una pompa de jabón.
El montaje cuenta con una escenografía en rojo y blanco, tan sencilla como eficaz que uniforma el escenario y a los actores, de rojo viste a Apolodoro, y de blanco a las cuatro actrices, y al esclavo, y si Pablo Chavesacierta con el diseño de escenografía y vestuario, todo ello, esta iluminado con la competencia deÁlvaro Guisado Garavito.
De la dirección del movimiento y coreografías se ha hecho cargo Juando Martínez Montiel, y de la música y el espacio sonoro, que por momentos son protagonistas Adrián Pulido -el director-, Pablo Sánchez y Juan Sánchez, quiero señalar que el montaje está cuidado hasta el mimo.
En el escenario tenemos como actor al dramaturgo Tony Galán, que encarna a Apolodoro. Un hombre obsesionado porque la realidad trascienda sin fisura, por eso se empeña en poseer el “relato” con mayúsculas, o lo pretende, para así conjurar el miedo a la muerte.
Carmen Adrados, Leyre Morlán, Reyes García y Carolina Neka, son las que verdaderamente tienen que echar su cuarto espadas con obligada inteligencia y brillante elocuencia. Nombrar el trabajo de una sobre otra sería injusto, por eso invito a retener el nombre de las cuatro. El actor Eneko Larrazabal, se hace cargo del esclavo, y pasa la prueba con nota porque pasa toda la función en escena con una interpretación gestual y una importante vis cómica, que va más allá de sus diálogos puntuales.
La Ferviente Compañía estrena El banquete con dramaturgia de Tony Galán, y dirección de Adrián Pulido, la pieza está basada en el famoso diálogo platónico. Estará en cartel los días 3,4,10,11,17 y 18 de mayo de 2023 en la Sala Nave73 -Madrid-, más información AQUÍ
Interpretes Carmen Adrados, Tony Galán, Leyre Morlán, Reyes García, Carolina Neka y Eneko Larrazabal Dirección: Adrián Pulido Dramaturgia: Tony Galán
Diseño de escenografía y vestuario: Pablo Chaves Diseño de luces: Álvaro Guisado Garavito Dirección de movimiento y coreografías: Juando Martínez Montiel Música y espacio sonoro: Adrián Pulido, Pablo Sánchez y Juan Sánchez Ayudantía de dirección: Iñaki Danta Cocina: Elena N. Esperilla Cartel: Alejandro Navarro Producción: La Ferviente Compañía Comunicación y prensa: Amanda H C – Proyecto Duas.
Desde que me puse delante de una cámara por primera vez a los dieciséis años, he fechado los años por películas. Simultáneamente, empecé a escribir de Cine en una revista entrañable: Cine asesor. He visto kilómetros de celuloide en casi todos los idiomas y he sido muy afortunado porque he podido tratar, trabajar y entrevistar a muchos de los que me han emocionado antes como espectador. He trabajado de actor, he escrito novelas, guiones, retratado a toda cara interesante que se me ha puesto a tiro… Hay gente que nace sabiendo y yo prefiero morir aprendiendo.
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