Cuando mamá me grita desde dentro que me asome por la ventana de la galería, tengo que hacerlo aunque esté jugando. Yo miro que el señor Andreu siga sentado en su silla de ruedas y se acabó. Sólo tengo que avisarla si no está, pero siempre está. Si alguien no lo mueve, él no puede hacer otra cosa, y está. El señor Andreu es un vecino que siempre me pregunta mi nombre. Mi madre dice que es porque se le olvida. A veces se le olvida hasta cinco veces seguidas.
Pero ahora ya nunca está. Dice mamá que se ha ido al cielo. Y que no piense más en ello. Pero yo sigo pensando cuando no me ve. Hoy he mirado y la silla sí que está, pero plegada. Yo nunca lo vi de pie, pero a lo mejor es que al cielo sólo se va andando.