Por NACHO CABANA
Callback de Carles Torras es, desde ya, una de las películas españolas del año. Un largometraje independiente rodado en Nueva York que acaba de ganar la Biznaga de oro en el Festival de Málaga y que casi a la vez ha sido presentada en el D´Autor 2016. Es antes que nada el retrato de su personaje central, un inmigrante latino de origen difuso (es decir, que ni siquiera puede unirse a una comunidad de exiliados) y converso al “sueño americano” a pesar de que éste le da continuos portazos en la cara. Un tipo que abraza con ingenua fe los tópicos que ha visto en películas y series sobre lo que la sociedad estadounidense le puede dar a pesar de que ésta solo le muestre desprecio disfrazado de una falsa cortesía tanto en la iglesia pentecostal que frecuenta como en la tienda donde come unas grasientas hamburguesas que alaba como el primer pedazo del american dream conquistado.

Un relato escrito a dos manos por el director (la escaleta) y su actor principal -también galardonado en Málaga- Martín Bacigalupo (los diálogos) en donde el primero deja caer puntualmente referencias al Manhattan retratado por Woody Allen en 1979 como reverso luminoso de las acciones de su antihéroe mientras que el segundo construye su personaje integralmente, a base de miradas esquivas, expresión corporal y frases de anuncios que proclaman la felicidad a través de una bebida energética.

También la falsedad del sueño americano es el tema central de The other side de Roberto Minervini, uno de esos documentales que nunca veremos en el Docs Barcelona y que comparte con la ficción de Torras la mirada del extranjero hacia un universo que sus integrantes nunca podrían retratar de una manera tan afilada por falta de perspectiva. Dos terceras partes del largometraje del director italiano se centran en las vicisitudes de un yonqui en Luisiana al que usa como hilo conductor para mostrar a un grupo de personajes que parecen no haberse dado cuenta de que hace décadas que cayeron en el abismo. Es particularmente ilustrativa una secuencia en la que un anciano sin dientes y con las huellas de muchas borracheras y colocones en el rostro defiende la candidatura de Hillary Clinton a la presidencia de su país porque piensa que se va a ocupar de ellos.

Sórdida y divertida, contiene secuencias que a un espectador sensible pueden expulsarle de la sala (esa stripper embarazada). The other side tiene un último tercio centrado en un grupo de fanáticos de las armas que echan la tarde del domingo disparando a un coche abandonado donde han colocado una máscara de su odiado Obama. Minervini no relaciona ambas partes (ni tampoco sabemos cuánto de verdad y cuánto de recreación hay en cada una), son como dos capítulos diferentes de una serie y la diferente duración de ambos provoca un cierto desequilibrio en el resultado final.

Con la fascinación por las armas se inicia también el excepcional debut en la dirección de Gabriel Ripstein con 600 millas, ganadora del premio a la mejor primera película del festival de Berlín 2015. Los Gun shows que se celebran en algunos estados gringos son la principal fuente de abastecimiento de armas para cárteles grandes y pequeños al otro lado de la frontera. La película habla acerca de la relación entre las fuerzas del orden estadounidenses con los delincuentes mexicanos pero lo hace huyendo del colonialismo moral que suele presidir las ficciones al respecto tanto en cine (Sicario -2015- de Denis Villeneuve) como en televisión (The Bridge -2013- de Elwood Reid, Björn Stein y Meredith Stiehm). Porque aquí el agente del gobierno de los EE.UU (sobrio Tim Roth) no es en absoluto el salvador del muchacho mexicano (brutal Kristyan Ferrer) que se gana la vida llevando AK-47 y demás tecnología mortal de un lado a otro de la frontera. Ni éste último es solo víctima de las circunstancias ni un mero delincuente.

Narrada a la manera del cine de su padre, con largos planos secuencias que dejan en un segundo término el virtuosismo formal para centrarse en el realismo creado al hacer coincidir tiempo real y tiempo cinematográfico, Gabriel Ripstein renuncia a todo melodrama y thriller para rodar una obra que entronca con Heli de Amat Escalante aunque con mucha más adrenalina. Su abrupto final, eso sí, puede pillar por sorpresa.



