DE ÁFRICA A LA ELECTRÓNICA Y VICEVERSA.
Por NACHO CABANA
No es fácil ser el primero en tocar en un festival veraniego. Ni tampoco lo es el seleccionar quién o quiénes son los elegidos. Un grupo local con escasa trayectoria es una opción con el riesgo de que ni siquiera los “early birds” se presenten al evento.
La opción escogida por el Crüilla 2017 no ha podido ser más acertada. Música africana para abrir el maratón de conciertos tanto el viernes como el sábado.
El primero en salir en todo el festival fue, nada menos que Youssou N´Dour un personaje clave en la popularización occidental de la música africana en los años 90 (mezclando mbalax con rock). Acompañado por 12 músicos, repasó en la primera parte algunos de sus éxitos más conocidos culminando con el 60 seconds que le dio estatus de estrella junto a Neneh Cherry mientras que en la segunda desgranó algunos temas de su nuevo disco Africa Rekk, al tiempo que intentaba que el público ejecutara algún tipo de coreografía bajo el sol. Se le veía cómodo al músico que finalizó su actuación invitando a un excelente bailarín que se movía como si un dios invisible le golpeara de un lado a otro. Puso N´Dour a los asistentes con ganas de tomarse su primera cerveza pero también deseando que el senegalés explore nuevos caminos tan estimulantes como los transitados en aquel Egypt de 2004 que le valió un Grammy.
Y llevar a la música africana a terrenos diferentes es lo que acaba de hacer Matthieu Chedid (un muy conocido rockero francés) en el disco Lamomali que firma simplemente como M y que tuvo el honor de abrir el Crüilla 2017 del sábado. Y si lo de N´Dour fue divertido pero previsible, lo que vimos los aventurados que a las 18:45 del sábado ya estábamos a pie de escenario sabiendo que nos quedaban más de ocho horas por delante (mas las ocho del día anterior) rozó lo memorable. Matthieu Chedid ha montado una banda que incluye a una leyenda viva de la kora como es Toumani Diabaté, el hijo de éste, Sidiki (de portentosa voz amén de digno discípulo de su padre en el manejo del arpa africana) la cantante Fatoumata Diawara y a otros músicos malienses para integrarlos con parte de su banda francesa y alcanzar la cima en el Crüilla con un duelo de guitarra eléctrica y kora mientras la percusión se fusionaba con los ritmos electrónicos. Es cierto que Toumani estaba un poco perdido en el conjunto, pero todos los demás ejecutaron con pasión, maestría y divertimento temas tan brillantes como Solidarité o Bal de Bamako. Las 72 generaciones de griots que encarnan los Diabaté pueden estar orgullosos de su proyección en el siglo XXI.
También del continente africano pero esta vez no de África occidental sino de Sudáfrica provienen Die Antwoord y que (casi) cerraron la edición del viernes. Nada tiene que ver la propuesta 100% electrónica de estos últimos con las previamente comentadas. Lo que hacen Ninja y Yo-landi es algo así como si al sonido de Pizzicato five le hubieran metido una batería de plug-ins desarrollados para el Sónar. Y aunque no cabe hablar de ejecución musical en el sentido clásico del tema (obviamente casi todo su sonido está grabado y no manejan suficientes maquinitas que hacen bip en el escenario como para improvisar con ellas), si que es pertinente destacar lo que de teatral tiene su espectáculo. Unas impresionantes proyecciones con una definición de la que carecieron las usadas por los Pet shop boys en su concierto del sábado y que cubrían todos los elementos del espacio profusamente recorrido por la banda. Festivo y muy apropiado para irse a casa con buen sabor de boca.
También fue electrónico el último concierto en el escenario grande del sábado. The Prodigy, la banda de Liam Howlett que hace ya 20 años consiguió el milagro de que ganarse el respeto de los heavys endureciendo las bases rítmicas programadas y metiendo salvajes baterías, continúa con idénticas intenciones. Keith Flint y Maxim se alternan sin demasiada diferencia vocal entre ellos mientras que una puesta en escena basada en múltiples focos individuales girando enloquecidos convirtieron en una suerte de aquelarre la penúltima actuación del sábado.